El transporte urbano puede influir, para bien y para mal, en la calidad de las experiencias que dan forma al cerebro durante su desarrollo. Po r ejemplo, determina la facilidad con que las embarazadas, los bebés y los niños pequeños acceden a lo que necesitan para desarrollarse bien: lugares don de conseguir comida sana, clínicas pediátricas y otros servicios sanitarios primarios, centros de cuidado infantil, parques y otros espacios para jugar. Asimismo, puede causar estrés a los cuidadores, afecta a la calidad y cantidad de la atención responsiva que estos prestan a los pequeños el transporte, y también puede ser una fuente de contaminación.
Animamos a las ciudades a priorizar la salud de sus residentes más jóvenes con las siguientes pautas:
1. Que se pueda llegar en un máximo de 15 minutos a los lugares que los bebés frecuentan
Una de las mejores cosas que puede hacer una ciudad para contribuir al desarrollo sano de los niños pequeños es acortar las distancias para acceder a los servicios clave pensados para ellos.
2. Organizar el tipo de trayectos que hacen los cuidadores, sobre todo las madres
Los patrones de uso del transporte público que siguen los cuidadores son diferentes de los que caracterizan a quienes se desplazan a diario de casa al trabajo. Sus trayectos no suelen coincidir con las horas punta y por lo general hacen numerosas paradas. Entre las medidas que se podrían adoptar para responder a las necesidades de los cuidadores que se desplazan con niños pequeños, se encuentran las siguientes: tarjetas de transporte universales o sistemas por tiempo de uso que permitan a los pasajeros cambiar de medio de transporte sin pagar de nuevo; horarios previsibles para que se pueda planificar con más facilidad los desplazamientos y reducir los tiempos de espera; y medidas para que las aceras y el transporte público cuenten con más protección frente a los acosos y la violencia y sean más accesibles para quienes llevan cochecitos o cargan con bultos mientras viajan con niños.
3. Dar prioridad a los itinerarios y los destinos más importantes para los bebés, niños pequeños y cuidadores
Mejorar cada calle y cada acera de una ciudad sería una tarea inabarcable.
4. Diseñar calles adecuadas para la infancia
Si queremos que las calles sean más seguras para los bebés y los niños pequeños, hay que controlar el tráfico y reducir la contaminación atmosférica. Como se describe en el siguiente artículo, la Global Designing Cities Initiative está elaborando un suplemento sobre “calles para niños” para su Global Street Design Guide (2016), que contiene indicaciones técnicas sobre cómo diseñar las calles de forma que hagan posible un transporte más seguro y que sean espacios públicos llenos de vida.
5. Crear ciudades que permitan desplazarse a pie
Además de ser una buena forma de hacer ejercicio gratis, el hecho de ir a pie permite calcular de antemano el tiempo necesario para llegar a un lugar, lo cual reduce el estrés de los cuidadores, que ya tienen bastantes preocupaciones. Y si se camina en un entorno adecuado, el desplazamiento resulta estimulante para los niños pequeños, pues ven cosas nuevas, oyen sonidos diferentes y se encuentran con otras personas.
6. Convertir el trayecto en un momento agradable
En las ciudades hay gente que pasa horas en el transporte. En São Paulo (Brasil) recientemente se ha puesto en marcha un proyecto para convertir los desplazamientos en momentos de aprendizaje y cariño, mediante carteles que animan a los cuidadores a hablar, cantar y jugar con los pequeños.
7. Regular el tráfico de coches allí donde pasan más tiempo los niños pequeños
Cada vez más ciudades de todo el mundo prohíben el acceso de los coches al centro urbano. Nos gustaría que se adoptaran medidas de este ti poen torno a los lugares donde pasan más tiempo los niños pequeños, como las calles donde juegan cerca de la escuela y los barrios en que viven numerosas familias.
Las referencias bibliográficas aparencen en la versión PDF del artículo.