Estigmatizados y sin ayuda: la doble tragedia de los hijos de presidiarios

  • 5 noviembre 2020
  • 3 minutos de lectura

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  • Children of incarcerated parents globally often experience violations of their rights.
  • New research in Kenya adds to understanding of the challenges for mothers and children.
  • Many children of imprisoned mothers are stigmatised and do not receive enough support.
Credit: Bartosz Hadyniak/iStock

Cuando un padre o una madre está en prisión, la sentencia no afecta solo al condenado, sino a toda la familia. En todo el mundo, se ha observado que el encarcelamiento de un progenitor tiene efectos a largo plazo en el desarrollo socioemocional de los hijos. La investigación cualitativa que he realizado recientemente en Kenia occidental aporta información al respecto.

En Kenia, cuando se condena a prisión a una mujer embarazada o que ha dado a luz recientemente, por lo general esta puede llevarse a su hijo con ella hasta que este cumple los cuatro años de edad. La prisión no es un entorno adecuado para los pequeños, debido a diversos factores: comida insuficiente, lo que puede provocar desnutrición; hacinamiento; malas condiciones higiénicas, con falta de agua potable y de asistencia sanitaria; y escasez de prendas de vestir, ropa de cama y material lúdico y didáctico. Además, muchas veces las presidiarias sufren maltratos, lo cual desencadena traumas psicológicos que acaban afectando a los niños.

A pesar de todo, la mayoría de las madres presas con las que he hablado en dos instituciones penitenciarias del Oeste de Kenia preferían tener a sus hijos con ellas. Incluso en estas condiciones difíciles, se sienten mejor si pueden pasar tiempo y establecer un vínculo con sus hijos que si los dejan a cargo de otra persona.

Si la madre sigue en prisión cuando se acerca el cuarto cumpleaños del niño, tiene que sugerir una solución alternativa para su cuidado y, por lo general, pide a algún familiar que se ocupe del pequeño. Si los trabajadores sociales no aprueban la propuesta, o si la madre no tiene ningún pariente dispuesto a cuidar a su hijo, este suele acabar en alguna institución gestionada por una organización no gubernamental.

En mi investigación sobre la situación de los niños a cargo de un miembro de la familia alternativo (Opiyo, 2019), entrevisté a 12 niños de entre 9 y 13 años de edad, muchos de ellos con hermanos más pequeños. La mayoría estaba a cargo de sus abuelos, pero muchos también tenían que ocuparse de tareas propias de los adultos, cuidaban a sus hermanos pequeños, les daban apoyo emocional y contribuían a la economía del hogar.

Tanto los niños como los abuelos me hablaban de pérdidas: perdían vínculos, ingresos, trabajos, casas… y la esperanza. Había niñas que se veían abocadas al matrimonio prematuro o la prostitución, mientras que muchos niños entraban en bandas de delincuentes. Los hijos de presidiarios suelen ser estigmatizados y sufrir vergüenza, sentimiento de culpa, acoso y exclusión social. A veces otros padres caen en el estereotipo de considerarlos peligrosos, por analogía con su progenitor convicto, y prohíben a sus hijos que se relacionen con ellos. Todo esto desencadena problemas de comportamiento, baja autoestima y un escaso rendimiento escolar.

En principio existen ayudas para estos casos, coordinadas por el Ministerio de Igualdad, Infancia, Juventud y Servicios Sociales, pero hay importantes brechas entre la cantidad de menores afectados y el apoyo que se les presta. En mis estudios he observado que, en la práctica, los centros escolares, las agencias de ayuda de las comunidades y los responsables de las políticas tienden a olvidarse de los hijos de presidiarios.

Kenia está adoptando una línea cada vez más dura en cuanto a la justicia penal, con lo que cada vez hay más progenitores presos y, en consecuencia, más hogares con dificultades económicas. Según las conclusiones de mi estudio, el país debería censar la población de hijos de presidiarios, examinar cómo se están viendo afectados sus derechos y desarrollar políticas multisectoriales teniendo en cuenta esta información. Asimismo, será imprescindible la implicación de las escuelas para hacer llegar a los niños ayudas económicas o relativas a la vivienda y habrá que crear los recursos comunitarios necesarios para proteger el bienestar de estos menores tan vulnerables.

Se pueden consultar referencias en la versión en PDF del artículo.

Rose Atieno Opiyo Profesora sénior, Masinde Muliro Universidad de Ciencia y Tecnología Masinde Muliro, Kakamega, Kenia
Temas Crianza Investigación Niños

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