La pandemia de Covid-19 y la infancia en América Latina y el Caribe

  • 5 noviembre 2020
  • 5 minutos de lectura

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  • Los efectos indirectos de la crisis de la Covid-19 en los niños son diversos y graves.
  • Éstos incluyen un aumento de la violencia intra-familiar y probables reducciones de la inversión en educación.
  • Un estudio revela respuestas políticas eficaces en América Latina.
Laura Chinchilla Miranda, presidenta de Costa Rica desde 2010 hasta 2014, en una visita a una escuela pública durante su mandato. Foto: Roberto Montero.

Desde el punto de vista sanitario, la Covid-19 no parece suponer grandes riesgos directos para los niños y adolescentes, salvo para aquellos que ya padecen ciertas patologías y, tal vez, los que están en su primer año de vida. Sin embargo, los efectos indirectos (debidos a la crisis socioeconómica provocada por la pandemia) son numerosos y graves, y en general no se les ha prestado mucha atención.

La Alianza para la Protección de la Niñez y la Adolescencia en la Acción Humanitaria, un grupo interinstitucional mundial que cuenta con el apoyo de Unicef, ha publicado un informe importante sobre la protección de los niños durante la pandemia de coronavirus (Alliance for Child Protection in Humanitarian Action, 2020, Internet). Advierte de los daños provocados en el entorno en que se crían nuestros pequeños, por la grave interrupción de las rutinas diarias y la dinámica familiar. En los casos más extremos, las consecuencias han desembocado en separaciones, violencia, malos tratos, problemas educativos, trabajo forzoso y exclusión.

Los efectos económicos de la pandemia ya son visibles en todo el mundo y las perspectivas de futuro son preocupantes. En el caso de América Latina y el Caribe, se prevé una recesión grave: tanto el Fondo Monetario Internacional como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe calculan que el PIB de la región caerá más del 5%. Según estas proyecciones, también se pronostica un enorme aumento del desempleo, con lo que la cantidad de personas en estado de pobreza en la región pasaría de los 185 millones a los 220 millones.

Sin duda todo esto tendrá efectos políticos e institucionales considerables, como una creciente insatisfacción con la democracia que podría desencadenar violencia política. También debemos tener en cuenta las probables consecuencias de la crisis económica en la mortalidad infantil, la desnutrición, los embarazos de adolescentes y la calidad del aprendizaje, con el riesgo de agravar la crisis educativa ya existente en la región.

El cierre de los centros de enseñanza y la interrupción de los servicios de cuidado infantil ha aumentado el nivel de estrés de las familias, sobre todo las monoparentales y las encabezadas por mujeres. Con el confinamiento, se ha agravado la presión desigual que sufren las mujeres y las niñas, a las que se tiende a considerar responsables de las tareas de cuidado. También vale la pena recordar que la mitad de los médicos y el 80% de las enfermeras de América Latina y el Caribe son mujeres, el porcentaje más alto del mundo según el Banco Interamericano de Desarrollo.

El aumento de la violencia dentro de la familia es una consecuencia especialmente preocupante del confinamiento, pues contrarresta los progresos logrados recientemente. Muchas mujeres se han visto aisladas en sus casas, sin acceso a sus redes de apoyo de familiares y amigos y sin conexión con la sociedad civil y el Estado. De este modo, al igual que sus hijos, se han vuelto más vulnerables a los malos tratos, el abandono, la violencia, la explotación y el estrés (Naciones Unidas, 2020).

No todos los países de la región han considerado como servicios esenciales prioritarios el apoyo y el cuidado de este sector de la población tan vulnerable, lo cual ha hecho aumentar el sufrimiento emocional de las mujeres y los niños víctimas de maltrato físico y psicológico.

Los niños observan a los adultos de su entorno en busca de un ejemplo de cómo comportarse ante situaciones nuevas y complejas que constituyen un desafío. En las Américas, seis de cada diez niños se crían ya con métodos violentos, como los castigos físicos y las agresiones psicológicas, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (2020). Ahora toda una generación de jóvenes latinoamericanos podría crecer con traumas psicológicos y emocionales aún más graves debido a las experiencias vividas durante la pandemia.

Además de estos problemas generales, ciertos grupos de niños han vivido otras situaciones de especial riesgo durante la pandemia. Por ejemplo, con el confinamiento los niños malnutridos se han visto privados de la comida que recibían en la escuela. Muchos niños emigrantes y residentes en entornos sociales peligrosos donde la delincuencia organizada está a la orden del día han tenido que seguir trabajando para colaborar con la economía familiar.

Estudio sobre las respuestas políticas

‘Muchas mujeres se han visto aisladas en sus casas, sin acceso a sus redes de apoyo de familiares y amigos y sin conexión con la sociedad civil y el Estado.’

Para responder a la pandemia, me he reunido con más de 60 líderes de 17 países de América Latina y el Caribe para crear Convergencia para la Acción, Red de Líderes por un Comienzo con Futuro. Entre el 20 de abril y el 1 de mayo, en el marco de esta iniciativa, se ha llevado a cabo una encuesta pionera1 sobre las respuestas políticas a la Covid-19 en materia de desarrollo de la primera infancia, que ha permitido recopilar información sobre medidas como las siguientes:

  • políticas para garantizar la seguridad alimentaria de los niños, sobre todo en el caso de familias sin acceso a protección social
  • estrategias para mantener los programas educativos online o en la televisión, teniendo en cuenta que un tercio de la población de la región no tiene acceso a Internet
  • medidas especiales para niños emigrantes e indígenas
  • políticas asistenciales para niños enfermos o discapacitados que, debido a la emergencia, no podían continuar sus tratamientos en los sistemas sanitarios convencionales.

La interrupción de la asistencia sanitaria también genera preocupación con respecto a las vacunas: según los cálculos de las Naciones Unidas, la presión que ha supuesto la Covid-19 sobre la infraestructura y el personal sanitarios retrasará la vacunación contra enfermedades como el sarampión para más de 117 millones de niños de 37 países de todo el mundo, algunos de ellos en América Latina.

El estudio recoge numerosos ejemplos de iniciativas concretas que han demostrado su eficacia para proteger a los niños durante la pandemia. Por ejemplo:

  • En Chile, se han publicado guías de crianza para ayudar a los padres a proteger y promover el bienestar emocional de sus hijos durante la crisis y evitar que se vean afectados por mensajes que fomenten el miedo (Pontificia Universidad y CUIDA, 2020, Internet). El Centro CUIDA sistematiza y difunde conocimientos y técnicas para que los padres, el personal docente y las agencias gubernamentales y no gubernamentales puedan saber si un niño necesita ayuda psicológica o una intervención emocional a cargo de profesionales.
  • En Colombia, hay una línea telefónica disponible las 24 horas del día para los niños que necesiten contactar directamente con trabajadores sociales y psicólogos. El proyecto, implementado por el Ministerio de Salud y Unicef, ha sido fundamental para reducir el riesgo de que los niños sufran daños psicológicos graves.
  • En Perú, se ha donado material didáctico a gran escala con el fin de que los estudiantes tengan todo lo necesario para acceder al aprendizaje online y ayudarlos a seguir esforzándose sin perder la motivación, con el objetivo de reducir el abandono escolar.
  • Los Ministerios de Educación de Costa Rica y la República Dominicana, conscientes de la importancia de prevenir la malnutrición infantil, han implementado programas para que las escuelas sigan repartiendo comida a los niños en sus casas durante la pandemia.

La crisis de la Covid-19 no tiene precedentes, y las respuestas políticas para ayudar a las generaciones venideras a superarla serán esenciales para construir su futuro. Los países de América Latina y el Caribe constituyen un contexto especialmente difícil y complejo, pero también brindan ejemplos de buenas prácticas, a pesar de su debilidad económica e institucional.

Se pueden consultar referencias en la versión en PDF del artículo.


1Convergencia para la Acción, Red de Líderes por un Comienzo con Futuro: Medidas hacia la primera infancia adoptadas por los países de Latinoamérica en el contexto de pandemia, mayo de 2020.

Laura Chinchilla Miranda Presidenta de Costa Rica, 2010–2014

San José (Costa Rica)

Temas Liderazgo Niños Políticas Respuesta humanitaria

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