“Deberíamos empezar a hablar del medio ambiente con los niños y las niñas desde su más tierna edad”

En Sudáfrica, Xoli Fuyani utiliza las granjas de gusanos para hablar del planeta a niños y niñas de 5 años

  • 25 noviembre 2021
  • 6 minutos de lectura
Foto: Xoli Fuyani

Xoli Fuyani, de 38 años, trabaja para el EarthChild Project, una ONG de Ciudad del Cabo (Sudáfrica) que enseña al alumnado de escuelas marginales cuestiones relacionadas con la salud, el autodesarrollo y el medio ambiente. Gestiona un programa de educación ambiental fundado por ella misma que lleva granjas de gusanos a las clases de niños y niñas de entre 5 y 9 años.

Conversación con la periodista Pamela Druckerman

Xoli Fuyani

¿Cómo se empezó a interesar por la educación ambiental?

Pertenezco a la etnia xhosa y me crie en Gugulethu, uno de los primeros guetos de Ciudad del Cabo. Cuando era adolescente, nos trasladamos a Blue Downs, una zona donde vivían personas de distintas razas, pero el apartheid seguía vigente, así que había muchos conflictos. Yo iba a una escuela multirracial y era una de las pocas negras. No lo pasé nada bien, fue un choque cultural. Ahí empecé a cultivar mi amor por el medio ambiente. Cuando estaba en contacto con la naturaleza, podía disfrutar de la soledad y ser yo misma sin que nadie me juzgara.

Además, empecé a darme cuenta de las desigualdades que había en Sudáfrica en cuanto al acceso a espacios naturales. En Blue Downs hay árboles grandes y lugares donde pasar tiempo al aire libre. En el gueto no hay espacio para la vegetación, las casas están pegadas unas a otras. Y los desperdicios están a la vista. Cuando visitábamos parques naturales, solíamos ser la única familia negra que iba a caminar o de acampada. Por desconocimiento, los y las jóvenes como yo pensaban que el senderismo era una cosa de blancos. Vengo de una familia de docentes, así que sabía que solo tenía que cambiar la forma de contar las cosas y compartir mi amor por la naturaleza, hacer de puente.

Usted estudió educación ambiental y, después, entró a formar parte de un programa gubernamental para enseñar esa materia en las escuelas. ¿Cómo fue?

El programa se había creado en Europa y adaptado para nuestro contexto, así que algunos ejemplos no eran pertinentes. Me di cuenta de lo importante que era educar a la infancia en su propia cultura, usando los idiomas indígenas. Además, se utilizaban expresiones negativas como “cambio climático” y “el agujero de la capa de ozono” que asustaban a gran parte del alumnado. Y no parecía justo decir a los niños y las niñas de comunidades marginales que está ocurriendo algo terrible y tienen que hacer algo, pues ya están padeciendo los efectos del cambio climático y viviendo hoy lo que para otras personas es un futuro preocupante.

¿Cómo se le ocurrió el proyecto de la granja de gusanos?

Buscaba una experiencia divertida y práctica, y quería trabajar con un problema concreto que el alumnado viera en su día a día. La mayoría de los y las estudiantes con quienes trabajo viven en asentamientos informales, en barracones, así que la cuestión de los residuos surgía con frecuencia. La gestión de la basura es el problema más presente en todos los guetos. Por eso creamos granjas de gusanos, que en la práctica son dos cajas de plástico apiladas, con unos mil gusanos en la caja de arriba.

¿Qué hacen los niños y las niñas?

Dan de comer a los gusanos todas las semanas con los residuos orgánicos de sus casas, como restos de fruta y verdura, bolsitas de té y papel. Como la granja tiene que estar húmeda, añaden agua. De este modo, pueden observar cómo los gusanos procesan esos restos y crean compost, que se mezcla con el agua y se filtra a la caja de abajo, convertido en lo que llamamos “té de gusanos”. Cuando tenemos suficiente cantidad, lo usamos para cultivar un huerto.

‘Y no parecía justo decir a los niños y las niñas de comunidades marginales que está ocurriendo algo terrible y tienen que hacer algo, pues ya están padeciendo los efectos del cambio climático y viviendo hoy lo que para
otras personas es un futuro preocupante.’

¿Por qué empezar con el alumnado de 5 años?

Muchas veces los programas escolares excluyen a los niños y niñas más pequeños, porque se da por hecho que no entienden los conceptos medioambientales. Pero estoy convencida de que hay que empezar pronto, para que conforme crezcan vayan aprendiendo a pensar en nuevas soluciones prácticas.

¿Cómo acogen el programa?

Al principio les da repelús. La mayoría no quiere tocar los gusanos. Gritan y salen corriendo,
armando desorden en clase.

Así que les presentamos un gusano-mascota al que llamamos Zuki, un nombre xhosa. Es precioso y quiere mucho a los niños y las niñas. Su misión es ayudarnos a reducir los residuos para salvar el planeta. De esta forma, el alumnado coge cariño a Zuki, que utilizamos en una fase preliminar para luego empezar a trabajar con gusanos de verdad. Los niños y las niñas desarrollan un sentimiento de pertenencia, ponen nombres a los gusanos y los ven como seres con personalidad.

Ilustración: Cortesía de EarthChild Project

Después de eso, se abre todo un mundo de fantasía. En la primera clase, “Cómo cuidar una granja”, prometen esforzarse al máximo. En cada ocasión, abordamos un tema. Otro día usamos el símil de la pesca y tienen que pescar los gusanos para sacarlos del compost. Y en caso de problemas, como un olor raro, tienen que solucionarlos, como si fueran científicos y científicas. También utilizamos marionetas hechas con calcetines para hablar de las cuestiones que surgen, y les enseñamos la anatomía de los gusanos.

Cada clase empieza con una promesa y termina con una canción, por lo general en xhosa. Cuando hablamos del ciclo de la vida, cantamos una canción de dos gusanos que se encuentran bajo la tierra, se enamoran, se aparean y los dos tienen crías, porque son hermafroditas.

¿Cómo acaba el programa?

La clase cosecha las hortalizas cultivadas, prepara una ensalada y, con los restos, da de comer a los gusanos. Al ver todo el ciclo de la vida, queda claro que en la naturaleza no se desaprovecha nada. En lugar de dejar que los residuos orgánicos se acumulen en un vertedero, los pueden comer los gusanos.

Con este programa animamos a los niños y las niñas a responsabilizarse de otros seres vivos y les enseñamos a cultivar su comida. Así, aprenden a ser autosuficientes y se dan cuenta de que comprar productos no es la única forma de alimentarse.

¿Se habla del cambio climático?

No utilizamos la expresión “cambio climático” con el alumnado de 5 años, pero sí que mencionamos los problemas ambientales de la zona para hablar del planeta.

Nos suelen preguntar: “¿Qué podemos hacer?”. Al tener una granja de gusanos en clase, comprueban que se puede evitar que los residuos orgánicos acaben en vertederos. Tratamos de estimular su curiosidad y enseñarles a reflexionar y a resolver problemas de forma creativa.

El programa está pensado para la franja de edad que va de los 5 a los 9 años. Después, pueden entrar en un club extraescolar de “combatientes por la ecología”, donde afrontamos más a fondo los problemas ambientales que afectan a la comunidad y la escuela.

Foto: Cortesía de Xoli Fuyani

¿Qué alcance tiene el programa?

Actualmente trabajamos en ocho escuelas de Ciudad del Cabo, con unas 14 clases en cada una. Cada centro cuenta con una persona que implanta el programa y desempeña una función de facilitación: tiene que ser alguien joven y accesible que sepa enseñar de forma práctica y divertida.

¿Qué será lo siguiente, en especial para las edades más tempranas?

Nuestro programa está creciendo, está teniendo muy buena acogida. Incluso hay niños y niñas que han empezado a crear granjas de gusanos en casa. Estamos elaborando manuales que compartiremos en nuestro sitio web, para que se pueda replicar el programa en otros lugares. Gran parte del material sobre cambio climático pensado para un público infantil está disponible en inglés, así que tenemos intención de traducir nuestros contenidos a otros idiomas indígenas.

La promesa que se recita al principio de cada clase

Trabajamos en equipo
para crear la mejor granja del mundo.
Durante el año aprendemos cosas nuevas
y jugamos con los gusanos.

Prometo darles de comer verduras.
Prometo darles de comer pieles de fruta.
Mira cómo mastican
mientras fabrican compost.

Llegarán más gusanos a nuestra granja.
Los cuidaremos
y harán mucho té

Xoli Fuyani

Xoli Fuyani, de 38 años, trabaja para el EarthChild Project, una ONG de Ciudad del Cabo, Sudáfrica, que enseña al alumnado de escuelas marginales cuestiones relacionadas con la salud, el autodesarrollo y el medio ambiente. Gestiona un programa de educación ambiental fundado por ella misma que lleva granjas de gusanos a las clases de niños y niñas de entre 5 y 9 años.

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