Protegiendo a la infancia de la contaminación atmosférica en Latinoamérica
Un nuevo programa monitorea y difunde datos, esperando que las ciudades cambien sus políticas
Un nuevo programa monitorea y difunde datos, esperando que las ciudades cambien sus políticas
En la actualidad, cada año mueren alrededor de 750 menores de hasta 4 años en Sudamérica debido a infecciones del tracto respiratorio inferior provocadas por partículas finas, que en su mayoría tienen su origen en los combustibles fósiles. Esa misma contaminación hace que aumenten las enfermedades y la incidencia del asma en la primera infancia, además de afectar al desarrollo de los pulmones. Muchas de estas consecuencias a largo plazo comienzan ya en el útero.
Con Aires Nuevos, un proyecto creado en 2020, descubrimos que el primer paso para poder tomar decisiones basadas en datos que sirvan para combatir estas enfermedades y muertes consiste en medir la calidad del aire que respira la población infantil. Numerosos países latinoamericanos (y la mayoría de las ciudades del continente) carecen por completo de estaciones de medición. La última evaluación de la calidad del aire realizada por la Organización Mundial de la Salud en 2018 reveló que en Argentina, Brasil y Perú había entre 0,02 y 0,08 estaciones de medición de la contaminación por cada millón de personas, mientras que en países como Canadá y Estados Unidos el índice se sitúa entre 2 y 4. Además, las ciudades latinoamericanas que sí miden la calidad del aire no suelen publicar sus datos. Entre 2014 y 2018, el gobierno de Michelle Bachelet, presidenta de Chile, amplió el alcance de la medición de la calidad del aire en el país y utilizó los datos obtenidos para desarrollar una estrategia nacional de descontaminación.
La supervisión de la calidad del aire seguida de la concepción de estrategias para la descontaminación atmosférica parece marcar una enorme diferencia. Entre mayo de 2014 y diciembre de 2018, el PM2.5 (dato clave para medir la contaminación) disminuyó entre un 25 % y un 49 %. En ese mismo período, la cantidad de menores de hasta 4 años que acudieron a urgencias con síntomas respiratorios disminuyó un 28 % y los casos de obstrucción bronquial, un 74 %.
Aires Nuevos fue fruto de estos hallazgos. Al final de su legislatura hace tres años, la presidenta Bachelet fundó una organización sin ánimo de lucro llamada Horizonte Ciudadano. En 2020, en colaboración con la Fundación Bernard van Leer y la Children’s Investment Fund Foundation, Horizonte Ciudadano creó Aires Nuevos, una red de líderes de América Latina formada por 90 miembros, para reducir la exposición de la población infantil a la contaminación atmosférica.
Se trata del primer proyecto del continente que involucra a la ciudadanía en la medición de la calidad del aire para tratar de minimizar los efectos de la contaminación atmosférica en la primera infancia. En colaboración con el Centro de Acción Climática de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Aires Nuevos adopta, para toda América Latina, el mismo enfoque con el que se consiguieron buenos resultados en Chile: mejorar las mediciones y, a continuación, utilizar los datos así obtenidos para generar soluciones.
Actualmente, se exige, por lo general, que las pocas estaciones oficiales de medición de la calidad del aire que hay en América Latina se sitúen lejos de las carreteras y otras fuentes conocidas de contaminación, para evitar lecturas sesgadas. Sin embargo, los niños y las niñas no pueden seguir esos mismos criterios, sino que respiran el aire que se encuentran mientras van al colegio y durante el horario escolar. Si bien resulta útil saber cómo es la calidad general del aire de una ciudad, hay que complementar este dato con lecturas más localizadas que permitan conocer la exposición de la población infantil a los contaminantes.
Hasta la fecha, Aires Nuevos ha proporcionado un total de 111 sensores de calidad del aire a municipios y universidades de ocho países: México, Uruguay, Perú, Brasil, Argentina, Ecuador, Chile y Colombia. Hemos conseguido instalar 95 estaciones de medición en 28 ciudades, las cuales nos permiten visualizar los efectos de la contaminación atmosférica en la salud y en el desarrollo de casi 1,5 millones de menores de hasta 4 años.
Ya hemos comprobado que contar con datos más detallados puede servir de base para la formulación de políticas públicas. Un buen ejemplo es el de la ciudad chilena de Coyhaique, que se considera una de las más contaminadas de América Latina. Debido al preocupante nivel de contaminación atmosférica, en la ciudad se suelen prohibir las clases de educación física en invierno, a pesar de que el 27 % de la población infantil de la región padece sobrepeso. Sin embargo, los datos en tiempo real de nuestros sensores demostraron que el pico de contaminación se produce de noche, cuando se quema madera en las casas, mientras que el nivel baja mucho entre las diez de la mañana y las tres de la tarde aproximadamente. Ahora estamos utilizando estos datos para colaborar con el gobierno municipal de Coyhaique, los servicios sanitarios y los centros escolares, con el fin de determinar el horario ideal para que los niños y las niñas hagan ejercicio al aire libre.
En toda América Latina, Aires Nuevos sigue una estrategia ascendente que busca concienciar a la ciudadanía sobre el problema de la contaminación atmosférica y lograr que la población se sienta involucrada en la protección de la infancia. Para ello, nuestros sensores generan datos en tiempo real sobre la contaminación atmosférica que se pueden consultar en el sitio web o la aplicación de IQAir. En México y Chile, ya hemos empezado a difundir información sobre la contaminación atmosférica en las comunidades dotadas de sensores.
En cada ciudad, Aires Nuevos ha creado grupos de trabajo formados por representantes del mundo político, investigadores e investigadoras y miembros de las comunidades, que utilizarán los datos generados para valorar los efectos de políticas locales específicas, como la desviación del tráfico intenso de vehículos diésel para alejarlo de los centros de enseñanza, la prohibición de estacionar con el motor en marcha y la creación de normativas que frenen las emisiones de la industria local.
Según los primeros resultados obtenidos, impedir que los vehículos (incluidos los autobuses escolares) permanezcan con el motor en marcha cerca de los colegios podría ser una medida especialmente eficaz. En cuanto a los objetivos a largo plazo, cada vez contamos con más datos para acelerar la transición de los motores de combustión interna a los vehículos de cero emisiones.
Por encima de todo, queremos demostrar a las ciudades y a los países latinoamericanos que la lucha contra la contaminación atmosférica es necesaria y factible. La instalación de sensores de calidad del aire en los lugares de juego y aprendizaje de la infancia puede ser el primer paso para lograr otros cambios decisivos.
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