“Jugar es tener libertad para explorar y satisfacer la curiosidad natural”
Los parques de Ram Eisenberg permiten a los niños y las niñas pequeños apilar cosas, chapotear y recorrer el entorno
Los parques de Ram Eisenberg permiten a los niños y las niñas pequeños apilar cosas, chapotear y recorrer el entorno
Ram Eisenberg, de 59 años, es el director y fundador de Ram Eisenberg Environmental Design, una empresa de arquitectura paisajística que tiene su sede en Haifa (Israel). Se ha especializado en jardines y parques urbanos que dan la sensación de “entorno salvaje diseñado”, creados con materiales reciclados a partir de ideas de la población local. También es profesor adjunto de arquitectura paisajística en Technion – Israel Institute of Technology. Se dedica a la arquitectura paisajística desde hace 25 años.
Conversación con la periodista Pamela Druckerman.
¿Qué necesitan los niños y las niñas para jugar?
Depende de la edad. Podemos describir el ámbito del juego como dos círculos emocionales y espaciales: uno representa la seguridad y el otro, el descubrimiento. Durante los primeros doce meses de vida, ambos círculos se superponen por completo. Lo que más se necesita a esa edad es que los padres y las madres estén a gusto.
A partir de un año, los niños y las niñas empiezan a interesarse por las texturas de su entorno inmediato y a descubrirlo con el tacto, pero todavía no exploran los elementos de juego, que están pensados para fases posteriores de la infancia. Juegan con la tierra, las hojas y las hormigas; trepan a los árboles; se familiarizan con lo que les rodea. Jugar es tener libertad para explorar y satisfacer la curiosidad natural.
‘A los niños y las niñas les encantan los materiales sueltos, que pueden tocar y mover a su antojo.
Cuando mi nieta tenía 2 años, le encantaba sentarse en el suelo, recoger piedras con una taza y luego
irlas sacando una tras otra.’
¿Qué tienen de malo los parques actuales? ¿En qué se diferencian los que diseña usted?
Hoy los estándares de seguridad son muy estrictos, lo cual provoca una estandarización de los elementos y una separación clara entre lo que está pensado para jugar y lo que no. Las estructuras de juego formales están hechas de plástico y acero, por lo general de colores vivos “agresivos” para la vista, que carecen de interés en cuanto a textura y otros estímulos sensoriales. Incluso cuando se ofrecen otros estímulos (por ejemplo, sonidos), el resultado tiende a ser muy artificial.
Suelo incluir algún elemento de juego formal en los parques que diseño, pues son necesarios para cumplir los estándares establecidos y las expectativas de la gente. Por lo general, los niños y las niñas acuden en primer lugar a estas estructuras que ya conocen bien, y más tarde empiezan a descubrir los tesoros ocultos en el resto del parque, elementos que están a la vista pero no se ajustan a las características de las estructuras formales.
En mis parques, prefiero dejar los espacios naturales sin tocar y accesibles. Utilizo piedras, plantas y hierbas aromáticas. Sigo estas pautas siempre que puedo, para ofrecer experiencias sensoriales que vayan más allá de lo meramente visual.
Las estructuras de juego coloridas no captan la atención de las niñas y los niños pequeños, que prefieren fijarse en los detalles. Les gustan los guijarros de distintos tamaños y los elementos que permiten experimentar la sensación de estar dentro y fuera o pasar de un lado a otro. A los 2 o 3 años de edad, jugar puede consistir en sentarse y concentrarse en algo como crear una construcción con piedras y ramas, una actividad fascinante a la que pueden dedicarse mucho tiempo sin aburrirse.
Ha llevado a cabo un estudio en uno de sus parques en el que ha observado a los niños y las niñas; además de ver jugar a sus propios nietos. ¿Qué ha descubierto?
Una madre me contó que iba todos los días al parque con su hijo de 5 años. Las primeras semanas, el niño se iba corriendo al tobogán. Después dejó de interesarle; prefería jugar en un sitio al que él llamaba “el laberinto”. Pero yo no había creado ningún laberinto. En el parque hay hierbas aromáticas y pequeños senderos de grava entre las plantas, que en ciertos casos eran más altas que él.
“Durante unas semanas, le encantaba esconderse ahí. Después descubrió una pequeña poza con algas verdes. ¡Ahora envuelve piedras en algas y prepara sushi!”.
A los niños y las niñas les encantan los materiales sueltos, que pueden tocar y mover a su antojo. Cuando mi nieta tenía 2 años, le encantaba sentarse en el suelo, recoger piedras con una taza y luego irlas sacando una tras otra. Lo importante es descubrir cosas nuevas, tener la posibilidad de explorar y crear algo con las manos.
¿Por qué decidió diseñar parques?
Yo me crie en un kibutz donde me movía libremente y podía tocar cosas, explorar y estar en contacto con la naturaleza. Había muchos espacios abiertos. Me gustaría que los niños y las niñas de hoy disfrutasen una infancia como la mía.
Dice que diseña sus parques para que permitan jugar “en los márgenes”. ¿A qué se refiere?
‘Estaría simplificando si dijera que quienes
juegan en estos parques hoy salvarán el mundo mañana. Pero espero que aprendan a apreciar el planeta.’
Durante la infancia, resultan muy atractivas las fronteras, aquello que delimita los ámbitos de la seguridad y de la exploración. Así que diseñamos parques interesantes desde este punto de vista, con demarcaciones entre todo tipo de cosas, como diferentes texturas, plantas o tipos de terreno.
¿Qué relación tiene su trabajo con el cambio climático? ¿Cómo afecta este aspecto a la infancia?
El problema es nuestra sociedad, nuestra cultura, nuestra forma de utilizar el medio ambiente como si fuese un bien de consumo. No puedo afirmar que sé cómo solucionar el problema climático, pero sí creo que tenemos que aprender a pensar y vivir de manera diferente, y abandonar nuestro modo de vida actual. Estaría simplificando si dijera que quienes juegan en estos parques hoy salvarán el mundo mañana. Pero espero que aprendan a apreciar el planeta. Quien no tiene la posibilidad de vivir este tipo de experiencias se encuentra en una situación de alto riesgo. Al menos, yo les doy una oportunidad.
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