Cuando empezamos a colaborar con el municipio de Tel Aviv-Yafo en el marco del programa Urban95, nos planteamos qué programas y actividades la municipalidad podría implementar. Desde entonces, hemos llegado a la conclusión de que para lograr el éxito, la escalabilidad y la sostenibilidad de este tipo de programas e iniciativas, antes hay que construir la capacidad organizativa, la voluntad política y los mecanismos necesarios, lo cual exige movilizar a diversos actores para que colaboren en estrategias que abarquen toda la ciudad y crear nuevos mecanismos para el trabajo de día a día. Para nuestra sorpresa, Urban95 está propiciando una transformación estratégica que afecta a todo el municipio.
El programa Urban95 estimula a los urbanistas y las autoridades municipales a ver la vida de la ciudad desde una altura de 95 cm, la estatura media de un niño de 3 años. Las cuestiones que afectan a los niños pequeños que viven en ciudades y a sus familias son competencia de sectores diferentes, pero se deben estudiar en conjunto. La gobernanza urbana para los asuntos relativos a la primera infancia no solo exige la colaboración de distintos departamentos, como los de educación, bienestar y salud, que tienden a trabajar de forma aislada, sino que también tiene que ocuparse de temas como el transporte, la calidad del aire, las infraestructuras y los parques, que afectan a los niños pequeños en mayor medida que a la población general.
Sin embargo, los menores de 5 años suelen ser prácticamente invisibles para las políticas y estrategias municipales. En Tel Aviv, al igual que en otras ciudades israelíes, antes solo se reconocía a los niños como residentes cuando accedían a la enseñanza preescolar reglada a los tres años. Aparte de prestar los servicios básicos del sistema sanitario nacional, ni siquiera se planteaba la cuestión de lo que deberían hacer las ciudades por estos niños. Los urbanistas israelíes han llamado a esta franja de edad “el agujero negro del urbanismo”, pues prácticamente no existen directrices ni normativas al respecto. Así, los padres primerizos no contaban con ninguna ayuda a la hora de organizar el cuidado de los niños, buscar espacios públicos estimulantes y seguros para disfrutar en familia o simplemente moverse por la ciudad con un bebé o un niño pequeño.
Cuando las autoridades municipales tomaron la decisión estratégica de trabajar con el programa Urban95, hubo que decidir dónde situarlo en la estructura del gobierno municipal. Aunque quizás lo lógico habría sido englobarlo en los servicios sociales o de educación, los líderes optaron por incluirlo en el departamento de administración comunitaria, de reciente creación, dado que esto permitía empezar de cero e integrar los diferentes asuntos a nivel comunitario. Este departamento nombró a una gestora de proyectos de Urban95, pagada por la Fundación Bernard van Leer pero trabaja como empleada dentro de la estructura organizativa del gobierno municipal.
A continuación, había que conseguir que diversos profesionales y líderes comprendieran que estos asuntos les incumbían. Por ejemplo, a los responsables de la ingeniería urbana o de la planificación del transporte les costaba entender que su trabajo podía influir en el desarrollo del cerebro durante la primera infancia. Entre las tareas asignadas a la gestora de Urban95, se especificaba el trabajo con varios departamentos para lograr que las cuestiones relativas a los niños pequeños se abordaran de forma integrada e intersectorial. Con el apoyo de las autoridades, y junto con el responsable de desarrollo comunitario, se emprendió una gira itineratne a lo largo de la ciudad para presentar el programa Urban95 a las principales partes interesadas de distintos ámbitos urbanos, desde la salud pública hasta la recopilación de datos, pasando por la ingeniería, los parques y el ocio.
Una actividad crucial fue la participación de un equipo interdisciplinar de gestores municiaples en el curso ejecutivo de la Universidad de Harvard, sobre cómo gestionar iniciativas en favor de la primera infancia y cómo ampliar su escala, el cual es financiado por la Fundación y tiene una semana de duración. Entre el equipo, dos de ellos son muy influyentes: el responsable de ingeniería urbana y el director de administración comunitaria. La experiencia resultó transformadora, en parte porque no era habitual que altos cargos de diversos departamentos pasasen tanto tiempo juntos y en parte por lo que aprendieron sobre la formación del cerebro y el modo en que el espacio público y la gestión urbana influyen en el desarrollo humano a largo plazo de los niños.
Entre las primeras iniciativas que se llevaron a cabo, destaca Digitaf (juego de palabras en hebreo que significa “plataforma digital para niños pequeños”), que se añadió a Digitel, la galardonada plataforma online de la ciudad. Digitaf ofrece a los padres una forma ágil de acceder a información sobre servicios como el cuidado infantil, los parques o las clínicas pediátricas. Asimismo, en colaboración con la aplicación móvil Vroom, facilita consejos sobre crianza e incluye traducciones para los solicitantes de asilo en la ciudad. La iniciativa se dio a conocer con carteles repartidos por la ciudad, y más de 5000 padres y niños pequeños invadieron el ayuntamiento cuando el alcalde presentó Digitaf en el evento de lanzamiento. Así, este instrumento no solo ha sensibilizado a la ciudad, sino también al gobierno municipal. En las primeras semanas ya se han emitido más de 18 000 tarjetas para acceder a la plataforma digital.
Sin embargo, a pesar del interés y la buena voluntad que mostraron otros departamentos, no resultaba fácil explicar los conceptos de Urban95. Después del curso de Harvard, donde el equipo se concentró en los espacios públicos, el municipio anunció un presupuesto adicional de 3,5 millones de euros para parques destinados a niños menores de 6 años. El equipo de Urban95 sabía que, para que estos fondos permitiesen favorecer el desarrollo de la primera infancia, no bastaba con comprar material de recreo específico para esta franja de edad, sino que habría que adoptar un enfoque más global que abarcase cuestiones paisajísticas, medioambientales y de implicación cívica. Pero el poder de convicción de las teorías era limitado: quedó claro que los responsables de los departamentos tenían que ver y conocer esos lugares de primera mano.
Por petición del equipo de Urban95 de Tel Aviv, la Fundación Bernard van Leer financió una visita de estudio a Copenhague para altos cargos de Tel Aviv de diversos sectores, pues la ciudad danesa se conoce por estar diseñada para las personas y por permitir desplazarse a pie o en bici con comodidad, además de ser una de las mejores del mundo para el desarrollo infantil. En colaboración con varios arquitectos de Gehl y con nuestras contrapartes de Tel Aviv, diseñamos un itinerario y convencimos a las autoridades municipales para que enviaran a Copenhague a varias figuras de primer nivel durante casi una semana.
“La estrategia y las actividades de capacitación de Urban95 han servido para demostrar que el desarrollo de los niños pequeños guarda relación con numerosos ámbitos, con lo que se han abierto nuevos horizontes y han surgido nuevos defensores de la primera infancia en Tel Aviv.”
Tras un intensivo trabajo de seguimiento, se ha observado que el estudio ha dado frutos. El responsable de parques y ocio de Tel Aviv ordenó la construcción del primer parque público de Tel Aviv inspirado en la naturaleza, dotado de un sistema de zonas para sentarse con espacios de arena para fomentar una interacción lúdica entre padres e hijos que favorezca el desarrollo de los pequeños. Por su parte, el jefe del departamento de servicios sociales decidió desarrollar un programa de visitas domiciliarias para madres primerizas en el sistema sanitario municipal y trabajar con la administración comunitaria para conectar las clínicas pediátricas con los centros de la comunidad. Las autoridades municipales se comprometieron a destinar más fondos a esta nueva red integrada de espacios de recreo en los distintos barrios y a actividades de apoyo a los padres, lo que ha permitido contratar a más pedagogos y ofrecer actividades a un precio asequible.
La estrategia y las actividades de capacitación de Urban95 han servido para demostrar que el desarrollo de los niños pequeños guarda relación con numerosos ámbitos, con lo que se han abierto nuevos horizontes y han surgido nuevos defensores de la primera infancia en Tel Aviv. El equipo de Copenhague se convirtió en un comité directivo formal para Urban95, que encabezará una serie de procesos más amplios actualmente en desarrollo con el fin de crear una estrategia y una visión de la ciudad entre una mayor cantidad de partes interesadas.
Al involucar a figuras de rango medio y a las personas que participarán en la implementación (para crear apoyos ascendentes además de descendentes), se genera una colaboración intersectorial y una responsabilidad conjunta que convierte la primera infancia en una prioridad estratégica para la ciudad y la posibilidad de ampliar la escala se refuerza de forma sostenible.
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