La importancia de la identidad: la lucha contra la desigualdad empieza en la primera infancia

  • 5 noviembre 2020
  • 5 minutos de lectura

Lectura rápida

  • Los niños refugiados interiorizan la sensación de ser diferentes desde muy pequeños.
  • Refugee Trauma Initiative trabaja para ayudar a los niños a sentirse valorados y respetados.
  • Aprender a valorarse ayuda a superar los traumas vividos durante la primera infancia.
Children can leave their own imprint in Refugee Trauma Initiative's Baytna spaces Children can leave their own imprint in Baytna spaces. Credits: Bagher Maghsudi.

Está demostrado que la identidad y la raza influyen mucho en aspectos clave de la vida, como la salud psicofísica y los ingresos (Pachter y Coll, 2009). En todo el mundo, las personas de comunidades negras u otras minorías étnicas son las que más sufren la lacra creciente de la desigualdad. Todo empieza con el modo en que los niños pequeños viven la diversidad: ya a los 3 años, aprenden a sentirse diferentes por su identidad (Connolly, 2009). Durante la primera infancia, fundamental para el desarrollo, se puede construir una base sólida de autovalía y resiliencia o preparar el terreno para una vida de lucha constante contra los prejuicios y la discriminación.

Nada deja tan clara esta cuestión como las experiencias que viven los niños refugiados. Pasan la infancia en el exilio, separados de sus comunidades de origen, y muchas veces tienen que afrontar discriminaciones y prejuicios raciales, actitudes denigrantes de los políticos y agresiones de la policía y los agentes de control de fronteras. Prácticamente todas las imágenes de refugiados que aparecen en los medios de comunicación los muestran como amenazas o bien como víctimas sin capacidad de actuar. Se los despoja de todas las demás facetas de su identidad.

Los niños refugiados interiorizan la experiencia de que se los considere diferentes desde muy pequeños. Recuerdo como si fuera ayer cuando era pequeña y vivía con mi familia, con frequencia se negaban a alquilarnos viviendas por ser refugiados. Cada vez que ocurría algo así, la desazón nos duraba días. En mi mente infantil, ya me preguntaba qué podíamos hacer para enmendar nuestras circunstancias. Para liberarse de este tipo de traumas durante la edad adulta, hay que afrontar un difícil trabajo emocional y hace falta una ayuda psicosocial constante con la que rara vez se cuenta.

Los niños refugiados suelen criarse en contextos en los que la gente no comprende su historia, idioma y tradiciones, y a veces hace como si no existieran. Las familias viven en condiciones duras o incluso inhumanas, a veces durante años, sin la seguridad, nutrición, educación y asistencia sanitaria que necesitarían. Las mujeres de los grupos con los que trabajamos mis compañeros y yo suelen hablar de una sensación de claustrofobia. Cuando las últimas palabras de George Floyd, “no puedo respirar”, se convirtieron en la consigna de la protesta contra la injusticia racial que dio la vuelta al mundo en 2020, me di cuenta de que llevaba mucho tiempo escuchando expresiones similares, usadas de manera metafórica para describir los sentimientos de los refugiados.

Creación de espacios que respeten la identidad

En Refugee Trauma Initiative (RTI), la organización que dirijo y de la que soy cofundadora, tratamos de crear espacios en los que las identidades de las familias y los niños con los que trabajamos se reconozcan, respeten y celebren. La comprensión y el respeto del origen de estos niños constituyen la base de nuestra labor.

“Animamos a los padres a que participen y transmitan a los niños cuentos y canciones de su infancia, para que los pequeños desarrollen desde muy pronto un vínculo con su origen.”

Baytna, nuestro programa destinado a la primera infancia, se basa en la transmisión de valores (baytna en árabe significa “nuestra casa”). Cuando formamos a nuevos facilitadores, nos centramos en enseñarles a integrar y difundir los valores de la intervención en las vidas de las familias refugiadas. Nuestro primer objetivo en esta tarea educativa es generar la sensación de seguridad necesaria para reconocer las ideas sesgadas que todos llevamos en el subconsciente, para deshacernos de ellas y comprender cómo pueden afectar a las actividades con los niños.

Estas sesiones suelen tener una carga emocional que a veces resulta difícil de gestionar, así que hace falta un formador con experiencia que sepa llevar las riendas del grupo y ayudar a los participantes a superar las dificultades para crear un espacio de concienciación y un sentimiento de comunidad. Recuerdo que una facilitadora confesó una vez entre lágrimas que sentía resentimiento y tendía a juzgar a las familias de los niños con los que trabajaba. Le costó contarlo, pero eso le brindó la oportunidad de hablarlo con sus compañeros. El grupo la ayudó a gestionar sus emociones y a idear estrategias para afrontar esos sentimientos tan difíciles cada vez que surgieran.

Nuestros facilitadores reciben formación continua y útil para su labor, además de contar con compañeros que los orientan y supervisan su trabajo. De este modo, están preparados para apoyar realmente a los niños pequeños durante las sesiones y respetar plenamente su identidad, historia y curiosidad. Son comprensivos cuando los niños llegan a una sesión con emociones difíciles, aceptan los sentimientos de los pequeños y los ayudan a expresarlos por medio del juego, el arte, el movimiento y la narración.

A la hora de idear nuestros programas, damos especial importancia a la experiencia vivida y a la representación de la comunidad. Baytna se diseñó con la ayuda de padres e hijos refugiados, y buscamos facilitadores de las comunidades a las que nos dirigimos para que los niños se vean representados en quienes controlan el espacio. Por ejemplo, en Polycastro, una pequeña ciudad de la frontera entre Grecia y Macedonia del Norte, un grupo de madres kurdas gestionan una guardería de Baytna con la ayuda económica de RTI, que también proporciona formación y orientación. Las sesiones suelen acabar con canciones tradicionales kurdas.

Animamos a los padres a que participen y transmitan a los niños cuentos y canciones de su infancia, para que los pequeños desarrollen desde muy pronto un vínculo con su origen. Cuando los padres se sienten culpables y avergonzados por no conseguir mantener a sus hijos como quisieran, los escuchamos y les recordamos la valentía y la resiliencia que han demostrado al afrontar el viaje que ha liberado a sus familias de la violencia.

Desarrollo del sentimiento de autovalía y capacidad de acción

El viaje de mi familia de Kabul a Londres duró cuatro años. Afrontamos innumerables episodios de racismo y discriminación: algunos eran intencionados, pero muchos se debían al desconocimiento de lo que habíamos vivido y de las raíces coloniales que tiene la violencia en la historia de Afganistán. Ser refugiado significa enfrentarse a fuerzas oscuras y poderosas por la seguridad de tu comunidad.

En mi trabajo con niños y familias que han emprendido viajes similares, me he dado cuenta de lo importante que ha sido mi identidad para ser resiliente. Al haber creado un vínculo con la historia y los cuentos tradicionales de Afganistán, y haber sido consciente de la valentía y determinación de mis padres, que criaron cinco hijos en condiciones durísimas, mis profundas heridas se han cerrado y ahora me siento orgullosa de mi origen.

La labor de RTI va encaminada a ayudar a los niños a sentirse valorados y respetados para que desarrollen una alfabetización emocional, se valoren a sí mismos y se sientan capaces de actuar, pues todo ello contribuirá a que superen los traumas que muchos han vivido en la primera infancia. La afirmación de la identidad y de la historia de los niños que han sufrido grandes dificultades al principio de sus vidas (y que seguirán afrontando casos de discriminación) puede ser una base importante para construir el camino hacia la sanación y la resiliencia.

Se pueden consultar referencias en la versión en PDF del artículo.

Zarlasht Halaimzai Directora y cofundadora, Refugee Trauma Initiative, Salónica, Grecia
Temas Aprendizaje Crianza Juego Niños Respuesta humanitaria

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