Las ciudades de todo el mundo han vivido una situación sin precedentes en 2020, por los cambios drásticos que ha supuesto la Covid-19 en todos los aspectos de la vida urbana. El cierre de escuelas, centros de cuidado diario y parques ha supuesto un reto para el trabajo que estaba llevando a cabo la Global Designing Cities Initiative de la National Association of City Transportation Officials (NACTO), mediante el programa Streets for Kids, para mejorar el modo en que las ciudades responden a las necesidades de los bebés, los niños pequeños y quienes los cuidan. Sin embargo, esta situación también está haciendo que se innove en cuanto a los lugares y las formas de jugar, aprender y relacionarse de los miembros más jóvenes de la sociedad.
A pesar de la incertidumbre en cuanto a los efectos a largo plazo que tendrá la pandemia en las calles y los espacios públicos, lo que sí sabemos es que estos seguirán siendo el alma de nuestras comunidades y el canal de acceso a las ciudades. Es posible y deseable reinventar y rediseñar nuestras calles. La necesidad de respetar el distanciamiento interpersonal nos ha obligado a replantearnos la forma de movernos en los entornos urbanos y ha puesto de manifiesto la importancia de planificar bien los barrios para garantizar que todo el mundo tenga cerca de casa recursos clave y los servicios esenciales, algo especialmente importante para las familias con bebés y niños pequeños.
Asimismo, la pandemia ha enfatizado las desigualdades sistémicas, pues las comunidades más vulnerables han sido las que más han sufrido las consecuencias. Las ciudades no pueden permitirse volver a los patrones de inequidad, peligro e insostenibilidad del pasado. La misión de las autoridades municipales, los responsables del transporte, los urbanistas y los diseñadores es contribuir a construir un futuro mejor para las próximas generaciones. Es urgente realizar cambios, pero a veces cambiar es difícil, da miedo y lleva mucho tiempo.
Nuestro equipo de NACTO y la Global Designing Cities Initiative ha creado Streets for Pandemic Response & Recovery (Las calles como respuesta y recuperación de la pandemia) con el fin de recopilar las prácticas y medidas nuevas que se están adoptando para responder a la pandemia en distintos entornos urbanos (NACTO, 2020). Este nuevo recurso, que reúne experiencias de lugares tan dispares como Milán, Bogotá, Ámsterdam y Auckland, ofrece estrategias rápidas, sencillas y económicas para afrontar los problemas más acuciantes derivados de la Covid-19 y para recuperarse con más resiliencia cuando llegue el momento. De este modo, las ciudades aprenderán unas de otras y podrán planificar las soluciones idóneas según el contexto, las normativas y los recursos de cada una.
Muchas de las medidas mejorarán las ciudades en especial para los bebés, los niños pequeños y los cuidadores. Por ejemplo, con materiales como pintura, conos y barreras (junto con la voluntad política y la acción local) se pueden crear rápidamente aceras más anchas y nuevos carriles para bicicletas, patinetes y patines que faciliten el distanciamiento físico y mejoren la seguridad durante los desplazamientos no motorizados. También se explica el funcionamiento de las “calles lentas”, las “calles abiertas” y las “calles escolares”, que permiten disfrutar a diario de momentos de ejercicio físico, ocio, aprendizaje, juego y relaciones sociales a la debida distancia física.
Conforme se retoma poco a poco la actividad económica, los restaurantes y otros negocios locales pueden ocupar de forma temporal parte de las calles para poder cumplir los requisitos de distanciamiento. En las comunidades vulnerables, la calle puede ser el lugar de prestar servicios esenciales a las familias, como el suministro de alimentos, agua y recursos de higiene, y la realización de pruebas o tratamientos sanitarios. Para garantizar la seguridad de los trabajadores esenciales en el transporte público, resulta útil la creación de carriles específicos y la mejora de las paradas y la frecuencia del servicio, así como la reducción de la velocidad para minimizar el peligro que corren al cruzar la calle los cuidadores con niños pequeños.
Ahora más que nunca, las calles urbanas tienen que ofrecer más posibilidades a más personas dentro del mismo espacio. Esperamos que las ciudades vean sus calles con otros ojos, pues pueden servir para combatir a la vez las crisis del cambio climático, la seguridad vial y las desigualdades sistémicas; para favorecer la salud psicofísica, el bienestar y el cuidado mutuo; para ayudar a las comunidades y economías locales a recuperarse de forma sostenible; y para fomentar las relaciones sociales, el aprendizaje, el amor y la alegría (sobre todo entre los niños pequeños, pero también para el resto de la población). Es el momento de que nuestras calles faciliten la creación de una “nueva normalidad” que nos sintamos orgullosos de dejar a las generaciones venideras.
Se pueden consultar referencias en la versión en PDF del artículo.