Construyendo ‘la ciudad secreta’ de la infancia
Un grupo de urbanistas israelíes usan directrices voluntarias para fomentar que se adopten medidas en favor del clima y de la infancia
Un grupo de urbanistas israelíes usan directrices voluntarias para fomentar que se adopten medidas en favor del clima y de la infancia
El urbanismo puede servir para favorecer el desarrollo y el bienestar de los niños y las niñas y de las personas que los cuidan. Además, es crucial para mitigar los efectos del cambio climático y adaptarse a ellos. Numerosas intervenciones (desde la plantación de árboles hasta la mejora del transporte público y la facilidad para desplazarse a pie) son beneficiosas para ambos fines y, al mismo tiempo, permiten crear espacios públicos más estimulantes para todo el mundo. Pero ¿cómo pueden obtener los y las urbanistas las directrices que necesitan para alcanzar estos objetivos?
Pensando tanto en el bienestar de la infancia como en la sostenibilidad ambiental, el Ministerio de Educación de Israel nos encargó que elaborásemos una serie de directrices nacionales para el urbanismo. Hasta entonces, las directrices del Ministerio se referían principalmente a las escuelas y guarderías. Ahora, la intención era ir más allá y abarcar otro tipo de lugares a los que acuden las niñas y los niños pequeños y las personas que los cuidan, como las calles, las bibliotecas, los parques, las viviendas, los espacios abiertos y las infraestructuras de movilidad.
En primer lugar, trabajamos con una especialista en desarrollo infantil para convertir los datos psicológicos en directrices espaciales. La Dra. Dana Shai, jefa del Centro para el Estudio del Desarrollo Emocional Temprano (SEED), nos explicó varios principios psicológicos sobre cada tema.
‘El urbanismo puede servir para favorecer el desarrollo y el bienestar de los niños y las niñas y de las personas que los cuidan. Además, es crucial para mitigar los efectos del cambio climático y adaptarse a ellos.’
Algunos eran de carácter general, como la importancia de la conexión entre el niño o niña y la persona que los cuida para fomentar la relajación, el aprendizaje y el desarrollo. Este principio se aplica a todo tipo de espacios, desde parques públicos hasta estaciones de autobuses. Revisamos todas las directrices teniendo en cuenta que un lugar no podía ser adecuado para la infancia si la persona encargada del cuidado se aburre o se siente marginada, estresada o incómoda al interactuar con el niño o niña.
Otros principios, en cambio, eran específicos para ciertos aspectos del entorno urbano. Por ejemplo, a la hora de diseñar áreas relacionadas con el transporte, debemos recordar que las niñas y niños pequeños siempre viven en el presente, no comprenden el concepto de tránsito temporal como las personas adultas. En consecuencia, este tipo de espacios deben captar la atención de los y las menores y, al mismo tiempo, permitir a quienes los cuidan vivir experiencias interesantes con ellos.
A la luz de estas ideas, analizamos las regulaciones existentes. Destacamos las que eran beneficiosas tanto para la infancia como para los cuidadores y cuidadoras, y sugerimos cambios en aquellas que no velaban por sus intereses.
En muchos casos, existía una clara superposición entre las necesidades de la primera infancia y la sostenibilidad ambiental. Por ejemplo, una de las directrices que elaboramos abogaba por la colocación de obras artísticas y vegetación natural a la altura de los ojos de los niños y las niñas, para crear así lo que denominamos “la ciudad secreta”.
Para que puedan disfrutar de esta iniciativa, es imprescindible que pasen tiempo en la calle, desplazándose de un lugar a otro a pie, y en la zona metropolitana principal de Israel, más de la mitad de los trayectos de los y las menores de 4 años tienen lugar en coches privados. Casi nadie lleva a niños y niñas de entre 0 y 5 años en transporte público.
En consecuencia, los urbanistas también deben abordar la cuestión de la movilidad, tanto por el bien de la infancia como pensando en el medio ambiente. Al desplazarse en autobús, los cuidadores y cuidadoras tienen más ocasiones de hablar e interactuar con los y las menores, y las familias disfrutan de más tiempo de calidad. A la vez, es una forma de transporte más sostenible: Israel se considera el país de la OCDE con más congestión del tráfico (OECD, 2021), y, si disminuye la cantidad de coches en circulación, se reducirán las emisiones de carbono y la contaminación atmosférica.
En la siguiente fase del desarrollo de las directrices, creamos un comité formado por urbanistas del gobierno y las autoridades locales, así como de varias instituciones académicas y ONG. Nos inspiramos en varios proyectos similares, desde un proceso liderado por especialistas externos hasta una regulación gubernamental obligatoria centralizada.
Elegimos un modelo híbrido que consiste en desarrollar directrices voluntarias en colaboración con el comité. De este modo, esperábamos aportar nuevos puntos de vista al frenético urbanismo de Israel.
El modelo elegido resultó eficaz para facilitar el cambio. En la primera reunión, pedimos a cada participante que hablase de su relación con la infancia en las ciudades. Los miembros del comité, en calidad de padres y madres, abuelos y abuelas o tíos y tías, contaron sus experiencias de primera mano sobre los desplazamientos en las ciudades con los niños y las niñas a cuestas.
En una sesión dedicada a los parques, abordamos la cuestión del equilibrio entre la seguridad durante el juego y la posibilidad de asumir riesgos y experimentar, algo fundamental para el desarrollo infantil. Aunque el kibutz israelí fue uno de los primeros entornos en plantear la idea de que los niños y las niñas necesitan jugar y explorar todo tipo de materiales y productos para estimular su imaginación (Friedman, 2021), en general la cultura del país tiende a concentrarse en la seguridad. En la actualidad, nuestros parques públicos suelen ser previsibles y carentes de retos, con elementos de juego de colores vivos y hechos de materiales sintéticos. (Ver también la entrevista con Ram Eisenberg).
Nuestro comité contaba con representantes de las instituciones de estándares nacionales, el Ministerio de Educación y las autoridades locales. Gracias a sus aportaciones, comprendimos por qué en los parques no había instalaciones de juego más desafiantes y estimulantes, y concebimos soluciones: nos dimos cuenta de que no teníamos por qué cambiar la normativa para exigir que los parques contasen con zonas que plantearan retos a la infancia, sino que bastaba elaborar recomendaciones (basadas en pruebas) explicando las ventajas de incorporar vegetación de temporada, elementos topográficos, materiales sueltos e incluso animales.
Como nuestras directrices son de carácter voluntario, no podemos obligar a las autoridades a aplicarlas. Sin embargo, constatamos que el carácter abierto del proceso fomentaba el debate libre, lo cual ayudó a idear soluciones y facilitó los acuerdos y el entendimiento entre las distintas partes interesadas. Durante las sesiones y actividades del comité, surgieron numerosas ideas, se desarrollaron herramientas prácticas y se forjaron alianzas, así que ahora esperamos que el siguiente paso sea implantar novedades.
Nuestro proyecto disfrutaba de dos grandes ventajas: por un lado, en todos los sectores de la sociedad israelí se valora muchísimo la familia y, por el otro, la mayoría de la población vive en entornos urbanos. De todas formas, al elaborar las directrices, sacamos tres conclusiones fundamentales que pueden resultar útiles para quien desee promover el bienestar de la infancia y la defensa del medio ambiente.
En primer lugar, la colaboración con representantes del gobierno, las autoridades locales, las instituciones académicas y las ONG facilita los debates concretos sobre las oportunidades y las limitaciones existentes.
En segundo lugar, el hecho de relacionar el bienestar de la infancia con cuestiones como los desplazamientos a pie, el transporte y la vivienda ayuda a vincular los intereses de los niños y las niñas con las actividades de urbanismo pertinentes.
Y, por último, el hecho de elaborar directrices voluntarias proporciona a los funcionarios y funcionarias la flexibilidad necesaria para replantearse las normativas existentes e imaginar nuevas posibilidades.
Puede encontrar todas las referencias bibliográficas en la versión PDF del artículo.
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