“El amor por el medio ambiente de mi madre empezó a gestarse durante su primera infancia”

Wanjira Mathai

Su madre, la Nobel de la Paz Wangari Maathai, fundó el Green Belt Movement cuando usted era muy joven. ¿Cuál es el primer recuerdo que tiene de su relación con la naturaleza y el medio ambiente?

Siempre me acuerdo de cuando plantamos un arbusto que daba unas flores moradas, blancas y azuladas. El motivo por el que no lo olvido es que, cuando la planta crecía, las flores parecían cambiar de color. El arbusto era siempre igual, pero una flor que un día era blanca al día siguiente podía ser morada. De niña, me parecía fascinante, y recuerdo que me impresionaba pensar que lo habíamos plantado nosotras mismas.

¿Cuándo tuvo claro que la conservación del medio ambiente se convertiría en su profesión?

Siempre digo que fue este trabajo el que me encontró a mí. Estudié biología en el norte de Nueva York y se me daba bien, pero nunca me planteé elegir ciencias ambientales. Por aquel entonces, creía que lo mío era la medicina, no el medio ambiente.

Hice un máster en salud pública y trabajé seis años en ese ámbito, en el Carter Presidential Center, donde me dedicaba principalmente a la erradicación de enfermedades, la epidemiología y el estudio de los ciclos de las enfermedades, sobre todo en el Sur Global. Decidí que quería aprender a comunicarme de forma más eficaz para fomentar cambios de hábitos: ese era el motivo por el que quería hacer algo distinto, pero no sabía qué. Al final decidí tomarme un descanso.

A todo el mundo le parecía una locura que dejara todo y volviera a casa sin tener un trabajo ni nada. Compré un billete de ida para Kenia y, después de un tiempo, mi madre me pidió que la ayudara con los asuntos internacionales del Green Belt Movement. Tenía intención de volver a Estados Unidos después de un año, pero el trabajo me absorbió.

Hasta que no entré en el movimiento, no me di cuenta de lo increíble que era todo lo que estaba pasando. En ese momento comprendí mucho mejor la motivación de mi madre y por qué estaba tan entregada a la causa. Era la historia de su vida, el trabajo de su vida.

Al final seguí trabajando con mi madre durante años y viajé por todo el mundo. Cuando falleció, en 2011, me invadía un sentimiento de profunda gratitud por lo que habíamos compartido, trabajando juntas a diario en algunos de los lugares más bellos del planeta. Parte de los momentos más increíbles de mi vida los viví con ella. Me di cuenta de que esto era lo mío, me encantaba lo que hacía.

¿Qué es lo que más le sorprendió?

Las mujeres suelen ser las que custodian la comida en las comunidades, y ya sabemos que la nutrición es crucial durante la primera infancia, pues una buena salud y una alimentación saludable durante los primeros años de vida influyen claramente en el desarrollo. Ahora, la degradación y la devastación del medio ambiente interfieren en los sistemas alimentarios. Empezamos a ver graves problemas en la agricultura, hay cultivos que ya no crecen como antes. Por ejemplo, ciertos alimentos crecen en terrenos pantanosos y, si no quedan zonas pantanosas, no se pueden cultivar.

Los objetivos del The Green Belt Movement giraban en torno al restablecimiento de la tierra, el acceso a la comida y el agua, y la seguridad energética. Ayudar a las mujeres a plantar árboles simbolizaba un modo de reclamar la capacidad de gestionar lo que tienes (el medio ambiente), y también guardaba relación con la alimentación y la seguridad alimentaria en el contexto familiar. El movimiento empoderaba a las mujeres desde el punto de vista financiero y, según numerosos estudios realizados en diversos ámbitos, cuando las mujeres cuentan con recursos económicos, invierten la mayor parte en la población infantil, las familias y la comunidad. Por lo tanto, cuando ganan las mujeres, sale ganando mucha gente.

El Green Belt Movement ayudaba a las mujeres a darse cuenta de que no tenían por qué esperar a que alguien produjese alimentos para ellas, sino que podían hacerlo ellas mismas en su entorno. Podían plantar árboles para abastecerse de fruta, o sembrar forraje para dar de comer a los animales. Todo se basaba en la idea de instaurar una conexión de apoyo mutuo con la naturaleza. Era muy bonito.

En su opinión, ¿hay alguna cuestión ambiental a la que no se esté prestando suficiente atención?

Una de ellas, especialmente importante, es la calidad del aire, y podemos hacer algo al respecto, sobre todo en las ciudades. Tenemos que seguir creando espacios verdes para limpiar el aire. Es evidente que, si destruimos el medio ambiente, la calidad del aire empeora.

También está la cuestión de la movilidad: me gustaría que las ciudades fuesen más inclusivas. En la mayoría de los entornos urbanos de nuestra parte del mundo, todo gira en torno a los vehículos. Seguimos construyendo las ciudades pensando en los autos, incluso los pasos de peatones. Tenemos que cambiar de mentalidad y, en mi opinión, hay que incluir en la agenda climática la creación de ciudades más inclusivas en las que sea más fácil desplazarse a pie y en bicicleta, así como acceder a espacios verdes.

¿Cuáles son sus planes a futuro para crear un mundo mejor para las generaciones venideras?

Tengo la esperanza de que el trabajo de la Wangari Maathai Foundation y lo que estoy haciendo con el World Resources Institute se conviertan en fuente de inspiración para un nuevo liderazgo. Para mí, una de las cuestiones más importantes es inspirar a dirigentes jóvenes con personalidad, y que la próxima generación de líderes tenga objetivos más claros.

¿Qué podemos hacer para impulsar esas buenas causas y así construir juntos un mundo más sostenible?

En el caso de mi madre, sé que cultivó su amor por el medio ambiente desde muy pequeña, le encantaba jugar en el río con los renacuajos, bajo las hojas de arruruz. Podía pasarse horas allí. Teníamos claro que el hecho de estar en contacto con el medio ambiente durante la primera infancia abre las puertas al amor por la naturaleza.

Como se suele decir, se protege lo que se ama. Esa es la clave para implicar a los niños y las niñas.

El World Resources Institute es una organización dedicada a la investigación que trabaja con los gobiernos y diversas entidades para proteger la naturaleza y mejorar la vida. La Wangari Maathai Foundation continúa el legado de Wangari Maathai. El Green Belt Movement protege el medio ambiente con una estrategia de base: apuesta por plantar árboles, fomentar la resiliencia frente al clima y empoderar a las comunidades (sobre todo de mujeres y niñas) para ampliar los espacios democráticos, proteger y restablecer la naturaleza y crear medios de subsistencia sostenibles.