La alimentación basada en vegetales es mejor para el planeta, pero ¿es saludable durante la primera infancia?
Los padres y las madres quieren tomar decisiones fundamentadas en estudios específicos sobre la primera infancia
Los padres y las madres quieren tomar decisiones fundamentadas en estudios específicos sobre la primera infancia
El activismo medioambiental ha contribuido a la popularidad de la alimentación basada en
vegetales en todo el mundo al poner de relieve que la crianza de animales para convertirlos en alimentos constituye una considerable fuente de emisiones de gases de efecto invernadero. Se calcula que la adopción de una dieta basada en vegetales se traduciría en una reducción de las emisiones de hasta 8 gigatoneladas de CO2 al año, lo que equivale aproximadamente al 15 % de la disminución necesaria para mantener el aumento de la temperatura global de aquí a 2050 por debajo de los 1,5 °C (Roe y otros, 2019).
Además, también se obtienen ventajas para la salud: se ha constatado que las personas adultas que siguen una alimentación principalmente vegana o vegetariana ingieren todos los nutrientes que necesitan. Y, por supuesto, los movimientos animalistas señalan los beneficios de esta dieta desde el punto de vista de los derechos de los animales.
Pero ¿qué ocurre con las embarazadas, las madres lactantes y los niños y niñas pequeños? Necesitan más energía, proteínas y micronutrientes. ¿También en estos casos es saludable la alimentación basada en vegetales?
Hay pocos estudios sobre la alimentación basada en vegetales y la infancia y, en general, los que se han hecho han utilizado muestras pequeñas. En una investigación reciente realizada en Alemania con 430 niños y niñas de entre 1 y 3 años, se ha observado que quienes seguían una dieta vegetariana o vegana tenían un desarrollo físico y una ingesta de energía similares a los de quienes se alimentaban de forma omnívora (Weder y otros, 2019). (Los principales
tipos de dietas basadas en vegetales son la vegetariana, que excluye la carne y el pescado, y la vegana, que también elimina los lácteos, los huevos y, en ciertos casos, la miel.
Pero también hay estudios que señalan posibles problemas. Según una revisión sistemática realizada por Schürmann para evaluar los estudios sobre la ingesta alimenticia y el estado de salud de los vegetarianos y las vegetarianas de entre 0 y 18 años, en ciertos casos quienes seguían una alimentación basada en vegetales tenían niveles bajos de las vitaminas B12 y D. Además, su crecimiento y peso corporal se encontraban con más frecuencia por debajo del percentil 50, en comparación con quienes consumían también proteínas animales (Schürmann y otros, 2017). De todas formas, las pruebas eran demasiado diversas para sacar conclusiones firmes.
En otros estudios realizados con mujeres embarazadas de regiones de África y Asia en las que la alimentación es principalmente de base vegetal, se han observado niveles bajos de las vitaminas B12 y D, así como de calcio y zinc. Según un estudio elaborado en Israel en 2021, la probabilidad de dar a luz un niño o niña de tamaño pequeño para su edad gestacional es mayor entre las embarazadas veganas que entre las omnívoras (Avnon y otros, 2021). Sin embargo, otros estudios concluyen que la alimentación vegana bien
planificada puede ser segura durante el embarazo y la lactancia (Sebastiani y otros, 2019).
En cuanto a la primera infancia, ciertas investigaciones sugieren que, cuando no es posible la lactancia materna, las fórmulas a base de soja constituyen una alternativa segura a las lácteas para el crecimiento y el desarrollo neurológico de los bebés (Vandenplas y otros, 2021). No obstante, se han detectado casos de raquitismo y malnutrición por falta de proteínas en niños y niñas que bebían leche vegetal en lugar de vacuna, pues estos productos en ocasiones tienen niveles inferiores de proteínas, calcio y vitamina D (Vitoria, 2017).
Las recomendaciones oficiales sobre la alimentación basada en vegetales durante el embarazo y la primera infancia subrayan la importancia de una buena planificación. Según la asociación profesional Academy of Nutrition and Dietetics de EE. UU.: “Las dietas veganas, lacto-vegetarianas y lacto-ovo-vegetarianas son adecuadas para cualquier fase de la vida, incluidos el embarazo y la lactancia” (Melina y otros, 2016).
‘Las recomendaciones oficiales sobre la alimentación basada en vegetales durante el embarazo y la primera infancia subrayan la importancia de una buena planificación.’
Por su parte, el comité de nutrición de la Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica expresa su posición con más cautela: “La alimentación vegana solo se debería seguir con la debida supervisión médica o dietética, y las familias deberían ser conscientes de las graves consecuencias que podrían derivarse de no seguir las recomendaciones relativas a los complementos alimenticios” (Fewtrell y otros, 2017).
Los y las especialistas en primera infancia tal vez
necesiten más información para poder ayudar a los padres y las madres a tomar decisiones acertadas.
En un estudio realizado con 360 familias italianas y publicado en 2020, casi la mitad de las personas encuestadas consideraban que su pediatra no
disponía de suficiente información para orientarlas sobre cómo pasar directamente de la lactancia materna a una alimentación vegetariana o vegana. Más de tres cuartos afirmaban que su pediatra mostraba cierta resistencia con respecto a los métodos de destete alternativos (Baldassarre y otros, 2020).
En un documento de posición, la North American Society for Pediatric Gastroenterology, Hepatology and Nutrition expone la siguiente recomendación “A partir de un año de edad, para los niños y niñas pequeños que tengan que evitar los lácteos, el consumo de fórmulas comerciales puede ser preferible al de leche vacuna cuando dicha fórmula constituya una fuente sustancial de nutrientes (como proteínas, calcio y vitamina D) que de otro modo escasearían o estarían totalmente ausentes en la dieta restringida del menor. Es necesario informar a los consumidores y consumidoras para dejar claro que [las leches vegetales] no constituyen una fuente equivalente de dichos nutrientes”. (Merritt y otros, 2020).
Las mujeres embarazadas, así como quienes estén considerando la alimentación basada en vegetales para los y las menores a su cargo, deberían garantizar una ingesta suficiente de ocho nutrientes clave en particular (Müller y otros, 2020):
‘Los y las especialistas en primera infancia tal vez necesiten más información para poder ayudar a los padres y las madres a tomar decisiones acertadas.’
Es muy probable que la mayoría de estas cuestiones se resuelvan con una alimentación basada en vegetales bien planificada, aunque quienes opten por el veganismo siempre necesitarán complementos de vitamina B12, muchas veces también de vitamina D y, en ciertos casos, también de otros micronutrientes como los ácidos grasos omega-3 durante el embarazo. Otro aspecto que deben tener en cuenta los padres y las madres es que, como las dietas basadas en vegetales son ricas en fibra, los y las menores se llenarán antes, con lo que es posible que ingieran menos cantidad en cada comida.
Dado que la alimentación basada en vegetales cada vez despierta más interés y que es claramente beneficiosa para el medio ambiente, hay que investigar más sobre este asunto. Las embarazadas, las familias, la comunidad sanitaria y todas las personas que cuidan a menores necesitan directrices claras para poder tomar decisiones que sean ventajosas para los niños y las niñas.
Puede encontrar todas las referencias bibliográficas en la versión PDF del artículo.
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