“Un bebé recién nacido en Delhi, es de hecho, un fumador”

Bhavreen Kandhari, activista y madre, protesta contra la contaminación atmosférica desde 2003

  • 25 noviembre 2021
  • 5 minutos de lectura

Bhavreen Kandhari es una activista india que se ha formado como copywriter y tiene dos hijas gemelas de 17 años. Desde 2003 protesta contra la contaminación atmosférica en la India con campañas como #DelhiTreesSOS, #ExtinctionRebellionIndia y #FridaysForFutureIndia. En 2020 se sumó a un movimiento a escala nacional llamado Warrior Moms, que hoy está activo en 14 estados de la India. Vive en Nueva Delhi.

Conversación con la periodista Pamela Druckerman

Bhavreen Kandhari

¿Cuándo empezó a percibir la contaminación atmosférica de Nueva Delhi?

Cuando me casé, mi marido viajaba al extranjero por trabajo y muchas veces yo iba con él. En otros países, me daba la impresión de respirar con más facilidad y tenía más energía. En la India me sentía más débil.

El gran cambio llegó cuando nacieron mis hijas gemelas en 2003. Me di cuenta de que, como les ocurre a la mayoría de los niños y las niñas en la India, siempre tenían mocos o tosían durante meses o incluso años y, cuando íbamos a otros países de vacaciones, los problemas desaparecían como por arte de magia.

Supongo que usted no era la única en darse cuenta.

En aquella época nadie me hablaba del tema. Nuestros familiares más ancianos decían que probablemente era alergia y le restaban importancia a los resfriados o las toses persistentes. Nadie estaba al tanto del indíce de la calidad del aire ni de la contaminación atmosférica de la India.

Tampoco en las escuelas tenían información y no les interesaba el tema. Cuando el índice llegaba a 250, pedía que cancelasen las competiciones deportivas y me decían que no pasaba nada, que dejase jugar a las niñas. Los jugadores de críquet del país y otros atletas profesionales seguían activos en esas circunstancias. Se organizaban maratones con un índice de 300. Cuando los niveles de contaminación eran especialmente altos, no dejaba a mis hijas jugar al baloncesto y ellas se disgustaban.

¿Qué hacía al respecto el gobierno indio?

Por aquel entonces no había muchos estudios. No existía un plan nacional contra la contaminación atmosférica ni se supervisaba la calidad del aire. Solo había una oficina central de contaminación, que era un organismo prácticamente muerto y no ha cambiado mucho desde entonces.

Imperaba el negacionismo. En aquellos años, intentábamos convencer al gobierno de que la contaminación atmosférica era un problema real. Las autoridades reconocían la contaminación del agua, pero no la del aire. Ni siquiera se llegaba a hablar del origen de la contaminación.

¿Qué hizo que la gente empezase a ser consciente del problema?

Un día de 2016, en Nueva Delhi, había una niebla tremenda. No se veía nada, el sol estaba cubierto y sentías que te faltaba el aire. Fue la primera vez que cerraron las escuelas de la ciudad por la contaminación atmosférica. Hoy ocurre con frecuencia.

Los padres y las madres estábamos muy enfadados y hubo una protesta en la que participamos unos 300. Era la primera vez que veía tanto seguimiento. Los medios de comunicación nos criticaron, nos describían como elitistas que iban a manifestarse en todoterreno. Después de aquella, sucedieron muchas más manifestaciones, pero no había forma de convencer al gobierno para que interviniese, porque no éramos más que ciudadanas y ciudadanos en general. Necesitábamos especialistas que explicasen que la contaminación atmosférica era un problema real, así que empezamos a tomar contacto con la comunidad científica y médica.

Hoy hay muchos estudios científicos sobre los efectos de la contaminación atmosférica en la primera infancia. ¿Qué se sabe?

Se ha demostrado que la contaminación atmosférica afecta a todos los órganos del cuerpo, no solo a los pulmones. Provoca asma, entre otros trastornos respiratorios, además de ser perjudicial para el sistema nervioso y el reproductivo. Los daños comienzan desde el momento de la concepción. Los bebés que nacen en Delhi son, a todos los efectos, como fumadores. Estos datos proceden de estudios válidos. Cuando descubrimos todo esto, nuestra campaña se volvió más agresiva. La comunidad científica y médica informaba de lo que ocurría y nosotras difundíamos sus hallazgos.

En las comunidades pobres, ¿la situación de la infancia es aún peor?

Las escuelas más ricas tienen sistemas de purificación del aire, pero obviamente las públicas no se lo pueden permitir. También hay familias que viven en enormes vertederos y respiran un aire aún más tóxico por la cantidad de metano y monóxido de carbono.

¿Cuál es su estrategia para combatir todo esto?

En la India tenemos leyes que nos amparan. El artículo 21 de la Constitución garantiza el derecho a la vida y, por lo tanto, el acceso al aire limpio y al agua potable. Solo queremos que el gobierno vele por nuestros derechos en la práctica. En primer lugar, pedimos a las autoridades locales que respeten la ley.

También protestamos en redes sociales como Twitter. Si no nos quejamos e informamos de los casos en que se viola la ley, no podemos exigir que se actúe. Por eso, Warrior Moms ha lanzado una campaña llamada “KnowYourRights”, que consiste en compartir información sobre estas violaciones con las madres para que estas puedan transmitir sus quejas a las autoridades fácilmente.

‘Los pulmones de los niños y las niñas están sufriendo daños irreversibles’.

Por ejemplo, durante el Festival de Diwali, los petardos generan contaminación atmosférica. Warrior Moms, junto con más representantes de la ciudadanía, expuso 5000 quejas, lo que hizo que la policía interviniera, aunque no se realizara ninguna detención. Al final, el gobierno tendrá que hacer algo, pues nuestras hijas están pagando con su salud. Si no, ¿de qué sirve la ley?

¿Quiénes son las personas con las que comparte esta causa?

Principalmente, madres jóvenes. Nos ayudamos entre nosotras, cada una con sus propios recursos, ya sea poniendo a disposición su oficina o las competencias de sus hijas. Hay abogadas o jóvenes de prácticas que siempre echan una mano cuando hace falta ayuda jurídica.

¿Cómo ha cambiado la situación con la COVID?

Cuando llegó la pandemia, ¡vimos el cielo azul! Quedó demostrado que la actividad humana provoca la contaminación atmosférica, que es lo que llevábamos años intentando transmitir al gobierno. Ahora se habla mucho de problemas pulmonares. Siempre habíamos defendido el uso de la mascarilla para protegerse de la contaminación, pero nadie quería ponérsela. Ahora todo el mundo las usa, sin darse cuenta de que la contaminación atmosférica mata más que el virus.

Cuando los medios de comunicación me felicitaron después de tantos años de lucha, dije que esto no duraría, que en cuanto retomásemos los viajes en avión y en coche volvería la contaminación industrial de siempre. Tenemos que combatir los orígenes del problema y no buscar soluciones a posteriori que no sirven de nada.

Entonces, ¿por fin el gobierno se está dando cuenta del problema?

Ahora se habla más de ello, pero las medidas concretas aún son escasas. En Nueva Delhi, la capital más contaminada del mundo, se da prioridad a la tala de árboles y a la construcción en aras del desarrollo. En el resto del país, se destruyen bosques para dejar espacio a la minería.

Todos los años hay debates entre el gobierno central y los estatales, pero no se llega a ninguna solución. Seguimos respirando veneno. La contaminación atmosférica mata en silencio y nadie quiere verlo. Es una amenaza aún mayor que la COVID. Los pulmones de los niños y las niñas están sufriendo daños irreversibles.

Bhavreen Kandhari

Bhavreen Kandhari es una activista india que se ha formado como copywriter y tiene dos hijas gemelas de 17 años. Protesta contra la contaminación atmosférica en la India con campañas como #DelhiTreesSOS, #ExtinctionRebellionIndia y #FridaysForFutureIndia. En 2020 se sumó a un movimiento a escala nacional llamado Warrior Moms, que hoy está activo en 14 estados de la India. Vive en Nueva Delhi.

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