Talleres de crianza presenciales y uso de la tecnología para fomentar cambios de comportamiento

Un nuevo estudio realizado en Uruguay demuestra que los mensajes electrónicos no bastan

  • 29 marzo 2023
  • 5 minutos de lectura
Foto: Cortesía de la Fundación Bernard van Leer.

Crianza Positiva es un programa de Uruguay para familias con niños y niñas de hasta 3 años que incorpora nociones basadas en las ciencias del comportamiento para reforzar las competencias de crianza y fomentar las interacciones positivas entre las figuras parentales y los hijos o hijas mediante un taller presencial y un seguimiento con mensajes electrónicos. Como la pandemia de COVID-19 nos obligó a suspender los talleres, también pudimos comprobar si los mensajes funcionaban por sí solos.

El diseño de Crianza Positiva se inspira en el modelo ODISEA (Oportunidades para Desarrollar Interacciones Sensibles, Eficaces y Afectivas) desarrollado por Gómez y otros (Gómez y Muñoz, 2014; Gómez y otros, 2022); en Nobody is Perfect de Canadá; en Chile Crece Contigo de Chile; y en Families First de Finlandia. Empieza con ocho sesiones de grupo presenciales de 2 horas y 45 minutos cada una, con frecuencia semanal, en las que se analiza la vida de la familia y se detectan oportunidades de aprendizaje para luego pasar a la práctica.

Después del taller, comienza la siguiente fase: el envío de mensajes de texto a las familias tres veces a la semana durante seis meses, hasta sumar un total de 72 mensajes. Para diseñar esta intervención, nos basamos en la economía del comportamiento y la psicología del desarrollo para ayudar a los y las participantes a practicar las competencias presentadas en el taller.

Los mensajes abordan sesgos del comportamiento como el sesgo del presente (infravalorar las actividades que solo dan fruto en el futuro), la falta de atención cognitiva (no pensar lo suficiente en decisiones parentales importantes) y las identidades negativas (dar poco valor a los recursos existentes y tener expectativas bajas en cuanto al rendimiento parental). Se basan en una evaluación de referencia que revela obstáculos para la interacción de las figuras parentales con los niños y las niñas. La secuencia semanal suele ser la siguiente:

1 destacar los beneficios de una práctica de crianza;
2 dar consejos o sugerencias para realizar acciones sencillas; y
3 animar y apoyar a las familias.

Los mensajes se dividen en módulos de dos semanas, cada uno sobre una competencia parental concreta, y se personalizan según el sexo del adulto y del menor, al cual se llama por su nombre propio.

Medición de los cambios en los comportamientos parentales

En primer lugar, evaluamos la intervención de Crianza Positiva de 2017-18. Impartimos el taller para 529 familias y creamos un grupo de control de 230 que habían manifestado interés pero no pudieron participar por falta de plazas. Esta asignación inicial no fue aleatoria, pero sirvió para evaluar los efectos del taller con una técnica llamada «coincidencia de puntuación de propensión». Entre las familias que asistieron al taller, seleccionamos al azar 237 para enviarles los mensajes de seguimiento, y creamos un grupo de control con las otras 292.

Los y las asistentes al taller expresaron un alto grado de satisfacción. Cuando les preguntamos qué recordarían más, recibimos respuestas como «ser más consciente de lo que hago y pensar en la importancia del legado que dejamos a nuestros hijos/as», «ser capaz de detenerme a pensar en cómo soy y qué necesito para relacionarme con mi hijo/a de forma adecuada», «cuidarme a mí mismo/a» y «ser más consciente de cómo soy y de las necesidades de mi hijo/a».

“El taller mejora la calidad de las interacciones entre la figura parental y el niño o niña, mientras que los mensajes de seguimiento fomentan una mayor frecuencia de esas interacciones”.

Para analizar si el taller había cambiado el comportamiento de las familias, observamos vídeos de los padres y las madres jugando con sus hijos y los comparamos con las grabaciones del grupo de control. Al evaluar las interacciones con la escala PICCOLO (Balsa y otros, 2022a), descubrimos que los padres y las madres que habían asistido al taller trataban a sus hijos con más cariño y jugaban de formas más idóneas para estimular el desarrollo cognitivo. También constatamos que los conocimientos parentales habían mejorado con el taller.

Al evaluar los mensajes electrónicos (Bloomfield y otros, 2022), no observamos efectos en la escala PICCOLO ni en los conocimientos parentales. Sin embargo, esta fase del programa sí que sirvió para aumentar la cantidad de interacciones y para que las familias reflexionasen sobre la crianza y pidiesen ayuda en caso de necesidad. Entre quienes recibieron los mensajes, observamos una mayor frecuencia en las conversaciones y las lecturas y una mayor variedad en la entonación (Balsa y otros, 2021).

En definitiva, el taller mejora la calidad de las interacciones entre la figura parental y el niño o niña, mientras que los mensajes de seguimiento fomentan una mayor frecuencia de esas interacciones. Los tamaños del efecto se situaron en torno a un cuarto de una desviación estándar en general, pero eran mayores entre las familias que llegaron al taller con una percepción más baja de su competencia en la crianza o con una carga cognitiva inicial mayor (más eventos estresantes en el pasado).

La pandemia nos permitió probar la eficacia de los mensajes por sí solos

En 2020 realizamos otra evaluación. Durante la pandemia de COVID-19, los centros para la primera infancia cerraron y probamos a enviar los mensajes sin haber impartido antes el taller. Creamos mensajes más largos y los modificamos para incluir aspectos relacionados con la pandemia, como los efectos de los confinamientos en las relaciones y en la forma de tratar a los niños y niñas. Seleccionamos al azar 348 familias para enviarles los mensajes y 339 para formar un grupo de control.

Constatamos que los mensajes por sí solos prácticamente no modificaban los comportamientos y conocimientos en materia de crianza, los entornos de la crianza ni el bienestar familiar (Balsa y otros, 2022b).

Creemos que esto se debe a tres motivos. En primer lugar, aunque intentamos que los mensajes fuesen comprensibles por sí solos, probablemente la ausencia de un taller previo hacía que tuviesen menos significado para las familias y que estas fuesen menos receptivas. En segundo lugar, las familias de la intervención de 2020 tendían a tener estudios de educación secundaria y tenían menos probabilidades de ser beneficiarias de transferencias de efectivo, es decir, eran menos vulnerables, y los datos han demostrado que este tipo de intervenciones suelen ser más efectivas en las familias más vulnerables. Por último, ambos grupos recibían también mensajes de WhatsApp frecuentes de los centros locales para la primera infancia que habían tenido que cerrar. Esto podría haber atenuado el impacto de los mensajes de Crianza Positiva, que además eran más largos para compensar la ausencia del taller, y en aquel periodo tan estresante las familias tenían otras muchas preocupaciones.

“Constatamos que los mensajes por sí solos prácticamente no modificaban los comportamientos y conocimientos en materia de crianza”.

Según lo que hemos observado, los mensajes por sí solos no bastan para fomentar un cambio a largo plazo en las prácticas de crianza, sino que para ser eficaces se deben complementar con programas presenciales intensivos, aunque sean breves. Una hipótesis alternativa sugiere que la ineficacia se debe al estrés de la pandemia y que tal vez funcionen en circunstancias normales. Ahora estamos probando dos nuevas ideas en colaboración con el gobierno uruguayo: el envío de mensajes electrónicos combinado con un programa de teleasistencia, y el uso de un chatbot en un programa para embarazadas y sus parejas.

Todas las referencias se encuentran en la versión PDF de este artículo.

Ana Balsa

Ana Balsa es profesora de Economía en la Universidad de Montevideo y coeditora del Journal of Health Economics. Se especializa en economía de la salud, economía del capital humano y economía de la educación.

Alejandro Cid

Alejandro Cid es profesor adjunto en el Departamento de Economía de la Universidad de Montevideo. Se ocupa de economía del capital humano, economía de la educación y economía criminológica.

Juanita Bloomfield

Juanita Bloomfield es investigadora en el Departamento de Economía de la Universidad de Montevideo. Se ocupa de economía del capital humano, economía de la educación y economía conductual.

Temas Ciencias del comportamiento Crianza Investigación Niños

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