La inseguridad hídrica a causa del cambio climático amenaza la población infantil
La comunidad mundial debe actuar para garantizar que todas las familias tengan agua limpia
La comunidad mundial debe actuar para garantizar que todas las familias tengan agua limpia
En la actualidad, 1420 millones de personas (entre las que se encuentran 450 millones de niños y
niñas) viven en zonas de vulnerabilidad hídrica alta o extrema (UNICEF, 2021). Esto significa que su problema es doble: las infraestructuras y servicios hídricos son deficientes y el agua en sí ya escasea.
El estrés hídrico está aumentando debido al crecimiento demográfico y a la mayor demanda de sectores como la agricultura, a lo que se suman décadas de uso inadecuado, mala gestión, extracción excesiva de agua subterránea y contaminación de los suministros de agua dulce. Se prevé que en los próximos años el cambio climático agrave aún más la escasez de agua.
Muchos de los cambios que se están produciendo en el clima se perciben en fenómenos relacionados con el agua, como las sequías, las inundaciones y la elevación del nivel del mar. Aproximadamente el 74% de los desastres naturales que se dieron entre el 2001 y el 2018 tuvieron que ver con el agua (UNICEF, 2021). Además, los fenómenos meteorológicos extremos pueden dañar las infraestructuras y los servicios hídricos y de saneamiento, lo cual afecta a las viviendas, los centros de enseñanza y las instalaciones sanitarias, así como al suministro de alimentos.
La elevación del nivel del mar puede contaminar con agua salada las reservas de agua potable de las que dependen comunidades enteras. El rápido derretimiento de los glaciares modifica el curso de los ríos, con lo que aumenta el riesgo de inundaciones y daños a las infraestructuras en ciertas zonas (incluso podrían reventar presas) y de escaso caudal de los ríos en otras, lo que haría disminuir la cantidad de agua disponible.
La escasez de agua y el cambio climático también generan conflictos y movimientos migratorios, ya que comunidades enteras compiten por una cantidad de recursos cada vez menor y ese conflicto lleva, a su vez, a un aumento de la presión sobre el abastecimiento de agua y comida. Esto puede obligar a numerosas familias a abandonar sus hogares para buscar medios de subsistencia y suministros de agua fiables. Muchas se trasladan a entornos urbanos y, de este modo, se intensifica la demanda de unos servicios ya saturados de por sí.
En su conjunto, el agravamiento de la inseguridad hídrica por el cambio climático amenaza con echar por tierra el considerable progreso que se ha conseguido durante las últimas décadas en cuanto a desarrollo sostenible y supervivencia infantil. Esta situación hace peligrar las vidas de los niños y las niñas de comunidades vulnerables en el presente y supone una amenaza para las generaciones futuras.
‘Cada dia mueren mas de 700 menores de 5 años por diarreas relacionadas con el consumo de agua insalubre, un saneamiento inadecuado y falta de higiene.’
El acceso al agua es fundamental para la supervivencia de los niños y las niñas. Cada día mueren más de 700 menores de 5 años por diarreas relacionadas con el consumo de agua insalubre, un saneamiento inadecuado y falta de higiene.1 Quienes sobreviven a veces padecen efectos permanentes: cuando un niño o una niña sufre diarrea, no absorbe los nutrientes que necesita para crecer. Con el tiempo, esto puede desembocar en retrasos en el crecimiento y llegar a dañar deforma irreversible el desarrollo psicofísico. El agua insalubre y el saneamiento deficiente pueden provocar malnutrición o empeorarla: se calcula que en torno al 50 % de los casos de malnutrición de todo el mundo se deben a un acceso insuficiente al agua, la higiene y el saneamiento.
La falta de agua durante el embarazo también afecta al feto: según un estudio realizado con mujeres de zonas rurales de África las niñas que nacen durante sequías graves sufren las consecuencias (por ejemplo, crecen menos) durante toda su vida (Damania y otros, 2017).
La escasez de agua también puede afectar intensamente a la educación, el desarrollo y la seguridad infantiles. La salud y el aprendizaje del alumnado se ven afectados si los centros escolares carecen de agua potable y adecuada para lavarse las manos. Cuando se extingue una fuente de agua, a veces los niños y las niñas tienen que dejar la escuela para poder ir a lugares lejanos a recoger agua. De este modo, no solo se interrumpe su proceso educativo, sino que el hecho de acarrear grandes volúmenes de agua supone una enorme carga física.
Cuando las familias con niños y niñas tienen que abandonar sus hogares, ya sea por conflictos violentos o por la escasez de agua, se vuelven más vulnerables a los malos tratos y a los peligros sanitarios. Para los niños y las niñas emigrantes, beber agua insalubre es muchas veces la única opción. En los conflictos prolongados, la población menor de 5 años tiene 20 veces más probabilidades de morir por diarrea debida al consumo de agua insalubre y al saneamiento deficiente que por la violencia en sí (UNICEF, 2019).
No será posible garantizar la seguridad hídrica de cada niño o niña hasta que las familias y las comunidades tengan acceso a agua salubre, fiable y asequible; y tengan herramientas para superar amenazas como la escasez de agua, los fenómenos meteorológicos extremos y los choques climáticos.
En UNICEF, imaginamos un futuro basado en cuatro dimensiones para que los niños y las niñas disfruten de una mayor seguridad hídrica:
- unos servicios de agua potable seguros y asequibles que sean sostenibles, estén cerca de los hogares y se gestionen de forma profesional
- unos servicios hídricos, de saneamiento y de higiene (WASH) resilientes al clima que ayuden a las comunidades a mitigar los efectos del cambio climático y a adaptarse a ellos
- prevención de las crisis por escasez de agua mediante sistemas de alerta e intervención tempranas
- cooperación en la esfera del agua para contribuir a la paz y la estabilidad.
Para alcanzar estos objetivos, estamos trabajando con gobiernos y contrapartes mediante cuatro estrategias principales:
- defensa del compromiso político y de un cambio de políticas
- aceleración de la financiación y el desarrollo de capacidades
- movilización de las empresas y fomento de las innovaciones
- activación de la población joven como defensora y promotora del cambio.
Para alcanzar las metas del ODS 6 (agua limpia y saneamiento) y combatir el impacto del cambio climático, UNICEF se ha fijado un objetivo ambicioso: que en 2025 los 450 millones de menores que viven en zonas de alta vulnerabilidad hídrica (1420 millones en total), junto con sus familias, dispongan de soluciones resilientes. En 2030, aspiramos a que toda la población infantil tenga acceso a un suministro de agua asequible y seguro y que viva en comunidades donde la seguridad hídrica esté garantizada.
1 Estos cálculos de UNICEF se basan en varias fuentes de datos. Véase también UNICEF (2021)
Puede encontrar todas las referencias bibliográficas en la versión PDF del artículo.
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