Cash+: una oportunidad para implementar intervenciones basadas en el comportamiento

Un proyecto con familias y personas cuidadoras en Madagascar ha mejorado el impacto de las transferencias de efectivo en el desarrollo infantil

  • 30 marzo 2023
  • 6 minutos de lectura

En las últimas décadas, las transferencias de efectivo han resultado ser un instrumento clave en la lucha global contra la pobreza, porque llevan a un aumento del
consumo, del gasto en comida y del ahorro (Bastagli y otros, 2016). Asimismo, despierta mucho interés su potencial para favorecer el desarrollo de la primera infancia, pues recientemente se han observado efectos positivos en ámbitos como la
diversidad alimentaria (Attanasio y otros, 2005; Behrman y otros, 2008), el uso de los servicios de salud (de Walque y otros, 2017) y el desarrollo cognitivo (Macours y otros, 2012).

Gran parte de estos datos proceden de transferencias de efectivo condicionales, la primera generación de programas de este tipo, en los cuales para recibir el dinero hay que cumplir requisitos como visitar una clínica o enviar a los niños y niñas al colegio. Esto está empezando a cambiar. El uso de esta condicionalidad «estricta» se ha reducido ahora que las transferencias de efectivo han llegado más allá de América Latina, donde comenzaron los primeros proyectos (Beegle y otros, 2016). En regiones con menos recursos, como el África subsahariana, se presentan problemas como el coste relativamente más alto de supervisar el cumplimiento (Benderly, 2011). Ahora muchos programas adoptan los enfoques llamados «Cash+», en los que la ayuda económica se combina con intervenciones para apoyar una gama más amplia de inversiones en capital humano, como la salud, la nutrición y el desarrollo cognitivo (Matin, 2022; Premand y Barry, 2020).

Cada vez existen más pruebas de que la combinación de transferencias de efectivo con programas de crianza puede ser una forma eficaz de optimizar el impacto en la infancia (Arriagada y otros, 2018). Numerosos factores que favorecen un desarrollo saludable (como la alimentación nutritiva y las interacciones estimulantes) dependen de las prácticas de los padres y las madres, que a su vez suelen verse influidas por factores conductuales y van más allá del acceso a servicios como la salud y la enseñanza. Las ciencias del comportamiento pueden desempeñar un papel importante para avanzar.

Se ha observado, por ejemplo, que las intervenciones basadas en el comportamiento integradas en programas de transferencia de efectivo aumentan la probabilidad de que las madres den a luz en clínicas de alta calidad (Cohen y otros, 2017), así como de que las familias envíen a sus hijos e hijas a la escuela (Benhassine y otros, 2015) y satisfagan sus necesidades básicas (Awkii y otros, 2018). Las intervenciones basadas en grupos para establecer normas y compromisos han mejorado el desarrollo lingüístico y cognitivo infantil de forma más rentable que las visitas a domicilio tradicionales (Grantham-McGregor y otros, 2020). Por lo general, este tipo de intervenciones conllevan un coste adicional mínimo a las transferencias de efectivo.

“Las prácticas de los padres y las madres suelen verse influidas por factores conductuales y van más allá del acceso a servicios como la salud y la enseñanza”.

Las circunstancias en las que se toman decisiones (por ejemplo, la escasez crónica de recursos) influyen en los comportamientos y pueden desencadenar sesgos cognitivos (Datta y Mullainathan, 2012; Mullainathan y Shafir, 2013). Las personas que viven en la pobreza son especialmente proclives al «sesgo del presente» (la tendencia a concentrarse en el futuro inmediato en lugar de pensar más a largo plazo) o a la «atención limitada» (la dificultad para procesar información nueva cuando hay muchas más cosas de las que ocuparse). Incluso cuando los padres y las madres tienen intención de adoptar los comportamientos de crianza que favorecen el desarrollo infantil, les puede resultar difícil debido al sesgo del presente y a su limitada capacidad de autocontrol.

El hecho de comprender cómo funcionan los sesgos puede resultar útil para diseñar intervenciones que ayuden a mitigarlos. Las transferencias de efectivo sirven para aliviar la escasez de recursos y, de este modo, permitir una planificación más a largo plazo que favorezca el desarrollo infantil (Mani y otros, 2013; Kansikas y otros, pendiente de publicación). Los y las profesionales deberían aprovechar este momento de alivio para ayudar a las familias y otras personas cuidadoras a tomar decisiones bien fundadas y actuar en consecuencia.

Mejora del desarrollo de la primera infancia en Madagascar

En Madagascar, casi el 80% de la población vive en condiciones de pobreza (Banco Mundial, 2020a). El índice de capital humano es de tan solo 0,39, lo que significa que un niño o niña que nazca hoy en Madagascar solo alcanzará el 39% de la productividad que podría lograr si disfrutase de una educación y salud plenas (Banco Mundial, 2020b). En 2016, el gobierno puso en marcha el programa de transferencia de efectivo para el desarrollo humano (HDCT, por sus siglas en inglés), que proporcionaba pagos bimensuales incondicionales a madres y cuidadoras de niños y niñas de entre 0 y 5 años. ideas42 colaboró con el Banco Mundial y el gobierno de Madagascar para desarrollar intervenciones conductuales con las que complementar las transferencias de efectivo.

Teniendo en cuenta estudios detallados sobre el contexto en el que las madres y otras personas cuidadoras tomaban decisiones, ideamos tres intervenciones combinadas entre sí para mejorar el impacto:
1 Grupos de madres líderes, es decir, grupos de apoyo formados por mujeres elegidas por otras mujeres. Esta intervención utiliza las normas sociales, la influencia entre iguales y la dinámica comunitaria para mejorar los comportamientos relativos al cuidado. Los grupos se apoyan mutuamente para reforzar las decisiones de las madres que apuestan por invertir en la salud, la nutrición y la estimulación cognitiva de las niñas y los niños pequeños.

2 Fomento de la planificación con juegos con cartas, piedras y dibujos en los grupos de apoyo. Se pide a las madres que imaginen los objetivos de desarrollo infantil que quieren conseguir a largo plazo con el dinero recibido y que piensen en un plan detallado para alcanzar esas metas y evitar resultados negativos. Las ciencias del comportamiento demuestran que, al dividir objetivos grandes y complejos en pequeños pasos más sencillos, resulta más fácil centrarse en lo importante. Se organizan reuniones de seguimiento para observar si las madres cumplen los planes que se han fijado.

3 Actividades de autoafirmación, también con cartas, piedras y dibujos. Se pide a las madres que piensen en sus valores y en cómo se manifiestan esos valores en su forma de actuar. De este modo, se contrarresta la sensación de estancamiento y de falta de control que suele generar el hecho de haber vivido siempre en condiciones de pobreza. Las actividades propuestas ayudan a las cuidadoras a verse como protectoras de sus hijos e hijas con la capacidad de tomar decisiones para mejorar el bienestar de la familia.

Las actividades de planificación y autoafirmación se llevaban a cabo el día de la entrega del efectivo para aprovechar ese momento de alivio, que ayuda a hacer planes más a largo plazo y de forma más reflexiva.

Unos 18 meses después, realizamos un estudio controlado aleatorio para evaluar la eficacia de las intervenciones. Observamos varios efectos positivos, como el aumento de las interacciones con los niños y las niñas, el consumo de comida más variada y la disminución de la inseguridad alimentaria. Sorprendentemente, también constatamos mejoras en el desarrollo sociocognitivo infantil (especialmente en cuanto al aprendizaje lingüístico y las habilidades sociales), tal como demostró una prueba estandarizada de evaluación del desarrollo. Pensábamos que se necesitaría más tiempo para lograr este tipo de efectos.

La magnitud de estas mejoras estaba casi a la altura del efecto de la transferencia de efectivo. Calculamos que, por un coste de 7-14 USD, estas intervenciones mejoraron los resultados más de lo que se habría conseguido con una transferencia de efectivo adicional (Datta y otros, 2021). Ahora se necesitan estudios más a largo plazo para evaluar la durabilidad de los resultados. En el futuro, también conviene analizar cuál de estos componentes es más eficaz, pues en nuestro estudio comparamos cada componente con la transferencia de efectivo por sí sola, pero no los distintos componentes entre sí.

Ahora las intervenciones se han integrado en el HDCT de Madagascar, entre otros programas, incluido uno de trabajo remunerado con un componente relativo al cuidado infantil.

Implicaciones políticas y próximos pasos

“Gobiernos y donantes deberían coordinarse para garantizar que las agencias encargadas de la implementación reciban la asistencia técnica necesaria en materia de ciencias del comportamiento”.

Ahora que cada vez está más demostrado que las intervenciones basadas en el comportamiento son una forma rentable de mejorar el impacto de las transferencias de efectivo en el desarrollo de la primera infancia, cada vez gozan de más reconocimiento, como demuestran el Plan de Capital Humano para África (Banco Mundial, 2019) y el plan de protección social para responder a la COVID-19 (Banco Mundial, 2020c). Para ampliar el alcance de este tipo de iniciativas, hay que obtener más pruebas del impacto a largo plazo en el desarrollo infantil, mejorar los enfoques relativos a los costes y la rentabilidad y afrontar retos como el logro del apoyo político, especialmente en países con problemas de inestabilidad.

En la medida de lo posible, los programas «Cash+» con elementos sobre crianza deberían implicar a las principales partes interesadas e incorporar las ciencias del comportamiento desde la fase de diseño. Los gobiernos y donantes deberían coordinarse para garantizar que las agencias encargadas de la implementación reciban la asistencia técnica necesaria en materia de ciencias del comportamiento. Solo así se podrá garantizar que tengan la energía y los recursos necesarios para afrontar con éxito intervenciones complementarias basadas en el comportamiento.

Todas las referencias se encuentran en la versión PDF de este artículo.

Laura B. Rawlings Responsable especialista en protección social, Banco Mundial, Washington D. C., EE. UU.

Como responsable de economía del Grupo de género del Banco Mundial en Washington D. C., Laura Rawlings lidera un trabajo analítico y estratégico en el marco del esfuerzo global por promover la igualdad entre sexos y el empoderamiento de la mujer. A lo largo de su trayectoria profesional, ha dirigido numerosos proyectos e iniciativas de investigación en los ámbitos de la protección social, el desarrollo de la primera infancia y los incentivos conductuales.

Catherine MacLeod

Kate MacLeod es diseñadora conductual sénior en ideas42 (Londres, Reino Unido), donde se especializa en el punto de intersección entre la economía del desarrollo y las ciencias del comportamiento. Durante sus últimos cuatro años en ideas42, se ha ocupado de llevar las innovaciones de las ciencias del comportamiento a diversos programas laborales y de transferencia de efectivo en el África subsahariana y en la zona de Oriente Medio y el Norte de África.

Saugato Datta

Saugato Datta es director gerente de ideas42 (Boston, EE. UU.), donde supervisa el trabajo de aplicación de las ciencias del comportamiento en países de ingresos medios y bajos del Sur y el Sudeste de Asia y del África subsahariana en colaboración con agencias gubernamentales, organizaciones multilaterales, ONG y empresas especializadas en poblaciones de bajos ingresos.

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