Cinco conclusiones de una joven activista climática

Lo que he aprendido al transmitir mi mensaje a las personas, las empresas y los gobiernos

  • 25 noviembre 2021
  • 6 minutos de lectura
Foto: Almaaz Mudaly

Soy Almaaz Mudaly, una estudiante sudafricana de 14 años y activista climática global.

No estoy sola: la población joven de mi país y del resto del mundo está asumiendo mucho protagonismo en el activismo contra el cambio climático. El medio ambiente es un asunto clave para las generaciones jóvenes de todo el planeta. He tenido la oportunidad de transmitir mi mensaje a miembros de comités de dirección, ministros y ministras gubernamentales y estudiantes de diversos países. Estoy convencida de que, si a la hora de tomar decisiones se tienen en cuenta los puntos de vista de la juventud, necesariamente se presta más atención a cuestiones a largo plazo, muchas veces existenciales.

¿Por qué una adolescente normal y corriente se convierte en activista climática global? El primer recuerdo que tengo sobre el cuidado del medio ambiente es de cuando tenía 4 o 5 años y oí a mi madre explicar que, en nuestro barrio, teníamos que empezar a separar la basura para el reciclaje. Enseguida empecé a poner etiquetas en varios cubos para el papel, el plástico y los restos de comida.

Comencé en el activismo formal a los 11 años, con un proyecto científico para diseñar una fiambrera ecológica. Me pareció alarmante que gran parte de nuestra población no pudiese permitirse un envase con el que proteger la comida del calor africano, así que decidí diseñar un envase económico, con una buena capacidad de aislamiento para mantener los alimentos frescos y con emisiones de carbono negativas. El producto creado, que llamé “la
fresquera definitiva”, era asequible para personas de todo tipo de entornos socioeconómicos. Gané la medalla de bronce en la Feria internacional de ciencia. Pero lo que de verdad me impresionó fue darme cuenta de que, para resolver la crisis climática, tenemos que abordar el problema de la pobreza y la desigualdad, entre otros muchos.

La opinión de la población joven importa

Por desgracia, me he dado cuenta de que no siempre se toma en serio a los y las activistas jóvenes. En marzo de 2021 participé en una deliberación con representantes de las mayores empresas de Sudáfrica (que, en ciertos casos, son también las más contaminantes). Un grupo de activistas expusimos nuestras ideas sobre cómo hacer el sector privado más sostenible e inclusivo, pero nuestros interlocutores reaccionaron con arrogancia. Parecían recurrir a técnicas de “lavado de imagen” para no tener que detallar sus planes para el futuro y no llegaban a comprender los asuntos transversales. Para resolver la crisis climática, es imprescindible que los equipos que representan a la población joven, el mundo empresarial, las instituciones gubernamentales y otras partes interesadas colaboren e innoven de forma conjunta.

En cambio, en otros momentos me ha dado la impresión de que nuestras intervenciones han servido de algo. Por ejemplo, en octubre de 2020 participé como representante de la población joven de Sudáfrica en la ceremonia de clausura de la semana de la diplomacia climática de la Unión Europea, a la que asistieron nombres destacados de las embajadas y la diplomacia europeas, funcionarios y funcionarias gubernamentales y altos cargos del mundo empresarial. Nuestra delegación elaboró y presentó un documento en el que detallábamos nuestras ideas para hacer posible una transición verde justa. Nos escucharon.

También he trabajado con jóvenes de mi país para escribir declaraciones sobre el cambio climático, basándonos en el modelo de debate de las Naciones Unidas. Hago todo esto a través del South African Institute of International Affairs, un instituto que administra un programa juvenil muy activo. Partiendo de las conclusiones de nuestros debates, escribimos declaraciones con recomendaciones políticas y las enviamos a las asambleas legislativas de Sudáfrica, que las tienen en cuenta a la hora de elaborar políticas y normativas. Es un ejemplo estimulante de una forma diferente de hacer política.

Uno de los momentos más emocionantes que he vivido como activista fue en abril de 2021, en una reunión virtual de jóvenes de toda Sudáfrica organizada para desarrollar el primer Plan de acción climática de jóvenes de Sudáfrica (SA YCAP). Yo hago de enlace entre el entorno escolar y el SA YCAP, y me ocupé de facilitar un parlamento juvenil nacional en el que más de cien jóvenes de todo el país, en representación de sus respectivas comunidades, debatieron las cláusulas del SA YCAP.

En el documento de política final (escrito por jóvenes de Sudáfrica) describimos cómo consideramos que nuestro país debería afrontar el cambio climático. Se lo entregamos al gobierno sudafricano en octubre de 2021 y esperamos que sirva de inspiración para el activismo climático juvenil en todo el país.

Todavía tenemos mucho que aprender

Durante los últimos tres años, con mi trabajo en todos estos foros me ha quedado claro que
podemos resolver la crisis climática cuando nos lo propongamos.

No obstante, tenemos que comprender la relación que existe entre el medio ambiente, la transformación social y la igualdad económica para lograr mejoras a largo plazo. Los países en desarrollo como Sudáfrica tienen por delante la dura tarea de lograr un equilibrio entre el crecimiento económico y la respuesta al cambio climático. Por ejemplo, ¿hay que cerrar una fábrica que contamina, cuando comunidades enteras dependen de los salarios que genera?

Aunque todavía quedan numerosas preguntas por responder, hemos aprendido mucho hasta ahora. Estas son las cinco conclusiones clave de mi experiencia como joven activista  climática:

1. ¡Solidaridad!

Aunque procedamos de lugares y culturas diferentes, las personas de distintas generaciones y entornos tenemos que trabajar en equipo para presionar a los gobiernos, a las grandes empresas, y a la sociedad civil para que actúe con urgencia.

2. Accesibilidad.

La información tiene que ser accesible para todo el mundo, se debe transmitir con palabras sencillas y en los idiomas de cada lugar. Para la gente normal, debería ser fácil conocer las políticas que afectan a su vida. No digamos “captura de carbono”, sino “sacar el carbono de la atmósfera”.

3. Creatividad.

Tenemos que transmitir los conocimientos y la información de maneras creativas, tanto tradicionales como novedosas (por ejemplo, mediante la narración), de modo que sea comprensible también fuera de la comunidad científica. La gente que padece los efectos del cambio climático tal vez no sepa cuáles son las causas. La mayoría no es consciente de lo que realmente supone limitar el aumento del calentamiento global a 1,5 °C. Por nuestra experiencia con el apartheid, en Sudáfrica conocemos bien la capacidad del teatro y el arte para transmitir mensajes contundentes.

4. Igualdad.

Hay que reducir la desigualdad existente en el sistema educativo. Debería haber un plan de estudios básico universal sobre cambio climático. Si no comprendemos el problema, no podemos colaborar de forma significativa.

5. Derecho de voto.

La población más joven no vota, pero nuestro futuro dependerá de las decisiones que se toman hoy. Creo que esto debe cambiar, tenemos que exigir que se nos permita votar. Si yo voto, el gobierno tendrá que escucharme. El criterio para tener o no este derecho se basa en la edad, no en otros factores importantes. Hay que pensar más allá de la edad de una persona y considerar su capacidad de comprender lo que ocurre y aportar algo a la sociedad. De esta forma, el sistema educativo necesariamente debería preparar al alumnado para votar con conocimiento de causa. El mundo debe garantizar que estos cambios sistémicos se lleven a cabo de forma ordenada.

Veo un futuro esperanzador, solo tenemos que trabajar en equipo con un objetivo claro. El cambio climático puede ser una oportunidad. El mundo del activismo y la investigación sobre el medio ambiente está dando sus primeros pasos en la búsqueda de soluciones. En nuestro empeño por construir un planeta más saludable, podríamos abrir las puertas a nuevos campos científicos. Este es el futuro que aguardo con esperanza.

Almaaz Mudaly Joven activista climática

Sudáfrica

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