El término “pobreza educativa” se refiere a la escasez de oportunidades para aprender, experimentar, desarrollarse y nutrir con libertad las capacidades, los talentos y las aspiraciones personales (Save the Children Italia, 2014). Es algo que cada vez despierta más preocupación en todos los países (UNESCO, 2010). La pobreza educativa tiende a coincidir con la económica, si bien no son exactamente equivalentes. En cualquier caso, es uno de los factores clave que determinan la aparición temprana de la desigualdad social y contribuye en gran medida al conflicto social y la pérdida de capital humano (Marmot, 2005). En el caso de los niños pequeños, la pobreza educativa reduce su capacidad de crecer y prosperar en un entorno positivo para su desarrollo: supone la imposibilidad de acceder a cuidados tempranos, oportunidades de aprendizaje y relaciones, comunidades y servicios seguros y de calidad (Organización Mundial de la Salud y otros, 2018).
“Un Villaggio per crescere” (Un pueblo para crecer) es un proyecto nacional diseñado para afrontar este problema mediante la mejora de la accesibilidad y la calidad de los servicios de educación y desarrollo de la primera infancia en comunidades desfavorecidas desde el punto de vista económico, social y cultural. Basándose en la teoría ecológica del desarrollo infantil (Bronfenbrenner, 1979), los servicios del proyecto se centran igualmente en el entorno de aprendizaje doméstico en que se crían los niños y en el “pueblo” en el que viven las familias. Esta propuesta hace suya la visión de una comunidad de aprendizaje temprano formada por varios actores y sistemas conectados entre sí para ofrecer oportunidades educativas a los niños pequeños y sus familias (Rodrigues y otros, 2019).
Las actividades propuestas en los centros del proyecto Villaggio se han concebido para que se puedan replicar fácilmente en el entorno doméstico. Se basan en estudios que han demostrado su efecto positivo en la crianza receptiva y el aprendizaje temprano: las pruebas valoradas abarcan toda la secuencia desde el tipo general de intervención hasta su contenido específico, tal como se resume en la siguiente página. Los espacios de Villaggio, que adopta un enfoque local de acceso universal, están abiertos a todas las familias que viven en las comunidades del proyecto. De este modo, con la implicación de actores locales que difunden la información y colaboran con las actividades, se facilita la creación de nuevas redes entre las familias y los servicios, lo que fomenta la adopción de valores compartidos en la comunidad, la inclusión social y la sostenibilidad.
* En la bibliografía que aparece en la versión en PDF del artículo figuran los datos completos de estos recursos.
El modelo Villaggio
El proyecto se puso en marcha en 2018 en comunidades de renta baja de diez ciudades italianas, para poblaciones de entre 10 000 y 40 000 personas. Se aspira a llegar a atender a 4000 familias en un plazo de tres años. Desde una secretaría central, se proporciona financiación, directrices, formación e instrumentos de supervisión, además de ayudar a los equipos locales del proyecto con recursos como materiales de comunicación. A escala local, la infraestructura la proporcionan entidades públicas o privadas que prestan servicios sanitarios, educativos y comunitarios. Cada “Villaggio” ofrece por término medio entre 10 y 12 horas a la semana de actividades, a cargo de tres o cuatro profesionales que se han formado sobre el contenido y la filosofía del proyecto y han aprendido a comunicarse con los cuidadores de forma eficaz. Los educadores de todos los centros se reúnen dos veces al año para compartir experiencias y seguir formándose.
La asistencia es gratuita para los cuidadores, de los que tan sólo se requiere que lleven a sus hijos (de entre 0 y 6 años) y participen en las actividades (ver la figura 1), organizadas junto con las familias y adaptadas según las edades y necesidades de desarrollo.
FIGURA 1: Contenido de las actividades del proyecto Villaggio
Para entrar en contacto con las familias (y tratar de mantener su interés y participación a largo plazo), el proyecto recurre a estrategias como las visitas domiciliarias flexibles, el uso de redes sociales y la implicación del tejido comunitario al completo. Entre los servicios implicados se encuentran los centros sanitarios familiares, las clínicas de vacunación y de rehabilitación infantil, los servicios preescolares, los servicios sociales de la comunidad, las parroquias y asociaciones locales, además de entidades comerciales como bares y tiendas.
Para reforzar la coherencia de los mensajes y allanar el camino para acceder al cuidado, el proyecto colabora con los proveedores de servicios locales de distintos sectores mediante la planificación conjunta, el diálogo continuo tanto sobre cuestiones organizativas como sobre casos concretos, y la formación multiprofesional. Con esta participación de entidades locales (con y sin ánimo de lucro) también se aspira a aumentar la implicación a escala local y a sentar las bases de la sostenibilidad. Por ejemplo, cuando se organizó una fiesta de verano para toda la comunidad en el marco del proyecto, una confitería local donó pasteles y otra tienda colaboró con fruta, a lo que se suma el apoyo logístico de voluntarios.
“Para entrar en contacto con las familias (y tratar de mantener su interés y participación a largo plazo), el proyecto recurre a estrategias como las visitas domiciliarias flexibles, el uso de redes sociales y la implicación del tejido comunitario al completo.”
Para los adultos que participan en las propuestas de Villaggio (en particular, para las madres), éstas son una ocasión para conocerse y entablar amistades que van más allá del proyecto. Así, las madres y otros miembros de la familia se encuentran para tomar café o hacer la compra, entre otras actividades, y los educadores las llevan a la biblioteca pública, para que luego vuelvan por su cuenta, o a alguna playa de acceso gratuito. El proyecto se ha diseñado para las comunidades desfavorecidas, así que en sus centros se atiende principalmente a familias en situación de riesgo, pero también se fomenta la diversidad social, pues la variedad de las experiencias ofrecidas facilita la cohesión social y previene la formación de guettos entre los participantes.
En el momento de redactar este artículo, la forma de realizar actividades con las familias ha sufrido cambios debidos a la pandemia de la Covid-19. Ahora se está trabajando online, tanto con contactos individuales como en grupo, para ofrecer apoyo, consejos y recomendaciones de lecturas. Asimismo, los centros del proyecto han colaborado para distribuir tabletas, libros y lápices a las familias necesitadas.
Evaluación del impacto y resultados preliminares
La evaluación del impacto se basa en el marco lógico y la teoría de cambio del proyecto. Adopta un enfoque con métodos mixtos para evaluar los resultados, midiendo aspectos como los conocimientos de los padres sobre desarrollo infantil, la concienciación sobre su función parental, el estrés parental, la autoeficacia parental y cambios en el entorno de aprendizaje doméstico. Asimismo, se observa la fidelización como indicador para analizar el impacto en los cuidadores y los niños, y se tiene en cuenta el alcance y el funcionamiento de las redes de la comunidad y la colaboración entre los servicios y las familias para evaluar el impacto en un sentido más amplio.
Según los primeros datos recabados en los diez centros, tras un promedio de 12 meses de actividades, han participado en el proyecto más de 1600 niños y 1400 cuidadores, lo cual está en línea con los objetivos fijados (5000 y 4000 respectivamente en un plazo de tres años). Se han forjado nuevos acuerdos entre servicios públicos, organizaciones de la sociedad civil y el sector privado.
En un análisis preliminar realizado a una muestra de familias, se ha comprobado que el 100% de los padres y madres ahora son más conscientes de las necesidades de desarrollo de los niños y se sienten mejor preparados en su función parental, además de que casi todos han introducido en la rutina familiar actividades como la lectura, el juego y la música o han empezado a dedicar más tiempo a estas cuestiones. Asimismo, perciben un mayor apoyo por parte de los servicios y de otras familias. Según las observaciones de los educadores del proyecto, el hecho de que padres e hijos participen juntos en actividades centradas en el desarrollo ayuda a fomentar la crianza receptiva con más eficacia que las clases para padres por sí solas (Carneiro y otros, 2019) y las ventajas tienden a ser mayores para las familias con un bajo nivel educativo (Engle y otros, 2007).
En conclusión, el proyecto Villaggio responde a diversas necesidades: los niños tienen la oportunidad de practicar actividades en familia; los padres descubren formas positivas de pasar tiempo con sus hijos, entablan amistad con otros adultos y se ayudan entre sí; y toda la comunidad siente que ocurre algo nuevo y prometedor (en primer lugar, una mayor cohesión social y un mejor funcionamiento de la colaboración intersectorial). Los efectos dramáticos de la pobreza educativa en las vidas de quien la padece se pueden paliar si se implica “todo el pueblo”.
Se pueden consultar referencias en la versión en PDF del artículo.