Hablemos de la infancia en el debate sobre el clima

  • 2 diciembre 2021
  • 6 minutos de lectura

El cambio climático es especialmente peligroso para los y las menores de 5 años, que son muy vulnerables a la contaminación atmosférica y al calor y, en definitiva, padecen las enfermedades relacionadas con el clima con mucha más frecuencia que el resto de la población.

Cuando las niñas y los niños pequeños tienen que emigrar debido a fenómenos meteorológicos extremos, afrontan amenazas como la malnutrición y la interrupción de la educación durante un periodo clave para su desarrollo neurológico, físico y emocional. Además, parece lógico pensar que quien nace hoy vivirá una gran crisis climática y una degradación ambiental más graves que las que afrontan las personas adultas en la actualidad.

A pesar de todo esto, en los debates sobre el cambio climático rara vez se menciona lo que le espera a la primera infancia.

¡Debemos abordar el tema! La edición de este año de Espacio para la Infancia se centra en examinar los numerosos puntos de intersección entre el cambio climático y la primera infancia. En estas páginas recogemos diversos testimonios de líderes internacionales ejemplares desde los ámbitos de la política, la investigación, la educación, el urbanismo y el activismo sobre cómo desarrollar la resiliencia ecológica y, al mismo tiempo, mejorar el bienestar durante los primeros años de vida.

Además, hacemos hincapié en un hecho crucial: muchas de las medidas que mejoran el bienestar de las niñas y los niños pequeños y de quienes los cuidan también sirven para ayudar a las ciudades a afrontar el cambio climático.

En la primera sección, Evidencia, exponemos los preocupantes datos con que contamos, para generar concienciación.

Los primeros cinco años de vida constituyen un periodo crucial para el desarrollo que se ve afectado directamente por el medio ambiente. Para ilustrar esta problemática, los médicos Bruce Bekkar y Nathaniel DeNicola analizan datos estadounidenses y demuestran que el calor y la contaminación atmosférica ya suponen una amenaza para los recién nacidos.

Kelly Ann Naylor, de UNICEF, explica que el agua potable cada vez escasea más debido a las sequías, las inundaciones y la elevación del nivel del mar, lo cual pone en peligro la salud, la educación y la propia supervivencia de la población infantil.

No hay muchos estudios sobre los efectos del cambio climático en las niñas y los niños pequeños de comunidades indígenas y en sus madres, así que Naomi Lanoi Leleto y Eva Rehse (del Global Greengrants Fund) nos cuentan lo que les está ocurriendo a las madres lactantes y a sus bebés en un pueblo de Kenia.

‘Quien nace hoy vivirá una gran crisis climática y una degradación ambiental’.

Millones de bebés y niñas y niños pequeños se
han visto forzados a abandonar sus hogares y sus ecosistemas debido a fenómenos meteorológicos extremos. La investigadora Lucy Earle, especialista en desplazamientos forzosos, ha observado que en muchos casos acaban asentándose en suburbios
urbanos muy peligrosos, donde afrontan nuevas dificultades relacionadas con el clima.

Las impactantes imágenes del fotógrafo Nicoló Filippo Rosso muestran el desafiante día a día de varias familias de Venezuela, Colombia y Centroamérica con niñas y niños pequeños que sufren los efectos del cambio climático.

Sin embargo, hay motivos para la esperanza. En la segunda sección, Nuevos enfoques, recordamos que la inmensa mayoría de la población mundial vive en entornos urbanos y observamos las experiencias de varias ciudades que están dando prioridad a la primera infancia e invirtiendo en medidas para mejorar el bienestar durante los primeros años de vida.

Hay ciudades que están dando el ejemplo. En Lima (Perú), el alcalde Jorge Muñoz ha puesto en marcha un programa para que la infancia y los cuidadores y cuidadoras puedan estar más en contacto con la naturaleza. En Jundiaí (Brasil), el alcalde Luiz Machado apuesta por ampliar las áreas verdes y fomentar los desplazamientos a pie y en bicicleta. Jantirar Abay, vicealcalde de Adís Abeba (Etiopía), explica lo que está haciendo su ciudad para transformar las calles en espacios públicos donde los niños y las niñas pueden jugar sin peligro.

Recolectar datos confiables es el primer paso, es así que Marcelo Mena y Xavier Altamirano han creado en América Latina la red Aires Nuevos, encargada de monitorear la calidad del aire que respira la población infantil durante los desplazamientos a las escuelas y los centros de cuidado diario, con el objetivo de presionar a los gobiernos para que modifiquen sus políticas en materia de contaminación.

Nuestros colaboradores sostienen que no basta con reducir las emisiones de carbono, sino que también hay que crear una relación más armoniosa con nuestro entorno. Para desarrollarse plenamente, la población infantil de todo el mundo requiere estar en constante contacto con la naturaleza.

El escritor y activista estadounidense Richard Louv explica cómo la crianza sobreprotectora y el hecho de pasar demasiado tiempo en espacios cerrados puede desembocar en lo que denomina “trastorno por déficit de naturaleza”, que genera en la infancia una desconexión con respecto al mundo exterior y los demás seres vivos.

En Israel, el diseñador de paisajes Ram Eisenberg está transformando espacios urbanos asfaltados en maravillosos mundos naturales. Según sus palabras: “Estaría simplificando si dijera que quienes juegan en estos parques hoy salvarán el mundo mañana”. Pero añade: “Quien no tiene la posibilidad de vivir este tipo de experiencias se encuentra en una situación de alto riesgo. Al menos, yo les doy una oportunidad”.

‘Ha llegado el momento de demostrar solidaridad intergeneracional: tenemos que modificar nuestros estilos de vida, tomar decisiones responsables para el futuro, exigir que se rindan cuentas en materia climática y reclamar prácticas sostenibles’.

En la última sección, Educación y activismo, encontramos los testimonios de personas que luchan contra el cambio climático en defensa de la población más joven de todo el mundo.

Cada vez es más frecuente que se sumen a estos movimientos las madres y los padres, pues el rol que desempeñan va más allá de las fronteras ideológicas. La activista londinense Maya Mailer describe haber llevado a su peque de 3 años a una protesta en las puertas de Lloyd’s of London, una de las mayores aseguradoras del mundo para los combustibles fósiles.

También hay quien se suma al activismo ya desde la infancia, como Almaaz Mudaly, una sudafricana de 14 años perteneciente a la nueva generación de activistas por el clima que se expresa con una lucidez abrumadora.

Por su parte, Sana Mohamed Suhail y Shaikha Al Dhaher, del gobierno de Abu Dhabi, explican que el emirato está situando a la infancia en un lugar central para abordar la lucha contra el cambio climático.

Hay muchas formas de colaborar con la defensa del medio ambiente. La educadora sudafricana Xoli Fuyani habla con entusiasmo de las granjas de gusanos que lleva a escuelas de zonas urbanas desfavorecidas, para que los y las estudiantes a partir de 5 años aprendan a cultivar hortalizas y gestionar los residuos. Publicamos la entrevista acompañada de la preciosa promesa que se recita al principio de cada clase.

***
En el artículo de apertura, la ex primera ministra de Nueva Zelanda Helen Clark argumenta que, dado que el cambio climático pone en peligro especialmente a la población infantil, esta debe ocupar el centro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y todos los gobiernos deberían analizar la forma en la que sus políticas impactan a los miembros más jóvenes de la sociedad.

En la Fundación Bernard van Leer, estamos de acuerdo. Es urgente que todos los países consideren las distintas dimensiones ambientales para garantizar el bienestar infantil.

Ahora que sabemos cuáles son los terribles efectos del cambio climático, ha llegado el momento de demostrar solidaridad intergeneracional: tenemos que modificar nuestros estilos de vida, tomar decisiones responsables para el futuro, exigir que se rindan cuentas en materia climática y reclamar prácticas sostenibles.

Espero que los datos y las soluciones presentes en esta edición de Espacio para la Infancia sirvan de inspiración para la acción colectiva y aporten información útil para nuevas políticas. La diversidad de las personas que han escrito estos artículos nos recuerda que cualquiera puede y debe contribuir al bienestar de la primera infancia alrededor de todo el mundo.

Por encima de todo, confío en que los seres humanos nos replanteemos nuestra relación con la madre naturaleza y seamos cada vez más conscientes de que somos parte de ella.

Cecilia Vaca Jones Directora ejecutiva, Fundación Bernard van Leer

La Haya, Países Bajos

Temas Medio ambiente Niños Salud

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